Tras el anuncio de “Israel” del rescate “exitoso” de cuatro de sus ciudadanos retenidos por la Resistencia palestina en el campamento de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza, los medios occidentales cubrieron el evento como un avance en la guerra, y obviaron la masacre asociada a esa operación.
En lugar de reconocer los varios cientos de mártires y heridos civiles, o la muerte de otros prisioneros y un oficial, resaltaron el papel de los asesores de Estados Unidos en este acontecimiento, y su vinculación al contexto político interno israelí.
La narrativa sesgada del suceso demuestra una vez mas la complicidad de la prensa hegemónica mundial con los crímenes del régimen sionista, al emplear fragmentos de audio y video acordes a la agenda israelí. Mientras exageraban los discursos israelíes y resaltaban la recuperación de cuatro personas, ignoraron a las víctimas de la masacre, o la justificaron como un resultado desafortunado de un proceso necesario”.
Algunos medios incluso intentaron reforzar ante el público la postura de los extremistas en el gobierno de recuperar a los prisioneros “mediante acciones militares, no mediante negociaciones”.Sin embargo, su supuesto logro en el campamento de Nuseirat no cambia el resultado de la guerra para “Israel”, más bien refuerza la paradoja de su dependencia del apoyo militar, terrestre y de inteligencia de los Estados Unidos.
Los medios occidentales no llevaron la atención al hecho de que en ocho meses de tensar todas sus capacidades de inteligencia y tecnológicas, y de contar con el apoyo estadounidense y superioridad militar, solo recuperaron a cuatro rehenes, a costa de la vida de otros.
Por tanto, lo ocurrido este sábado no cambia nada en la ecuación estratégica y el panorama general de la confrontación, y la entidad de ocupación mantiene su estado de negación ante el fracaso demostrado. Lo sucedido, y sucederá en lo adelante, es un proceso de gestión de los daños de un fracaso que la perseguirá durante mucho tiempo.
De hecho, las fuerzas de ocupación no lograron desplazar a los palestinos fuera de la Franja de Gaza, ni impuso allí una norma conveniente para ella, y ninguno de sus objetivos declarados se logró, como reconocieron varios de sus líderes, funcionarios y aliados.
Visto de modo más amplio, “Israel” se encuentra en un estado de confusión, su disuasión se derrumbó, y las armas de las que siempre se jactó son atacadas todos los días; es humillado y avergonzado en el frente norte e intenta en vano separar la agresión a Gaza de las respuestas de los frentes de apoyo de la Resistencia en la región.
En el contexto global es una entidad paria, pues la opinión pública se ha vuelto contra ella, no solo con declaraciones hostiles, sino con su apoyo a la Resistencia en el marco de un cambio estratégico no presenciado antes.
A esto se suma la espera de fallos en los tribunales internacionales, mientras su aliado Estados Unidos ya no puede encubrir sus fechorías y crímenes.
Este proceso no responde a las preguntas más importantes de la ocupación: ¿cómo recuperará a sus prisioneros? ¿Cómo regresarán los colonos del norte? ¿Cómo se restablece la disuasión? ¿Cómo restaurar la reputación global? ¿Cómo lograr la victoria y restablecer la confianza en el ejército y en la propia entidad?
Hipocresía estadounidense y participación en la masacre
Respecto al papel de Estados Unidos, salieron a la luz dos datos importantes. El primero, su participación abierta incluso desde la planificación, lo cual confirma su responsabilidad directa y declarada de la masacre, y por tanto no sorprendería conocer también más adelante de soldados estadounidenses sobre el terreno.
El segundo factor es la falsedad de los titulares humanitarios de Norteamerica, y la prueba de que el muelle marítimo es un centro militar y de seguridad al servicio de las tropas israelíes, como quedó demostrado este sábado, pues era el foco de la operación, según la narrativa israelí.
Sin embargo, Estados Unidos en realidad utilizó herramientas de ayuda humanitaria para construirlo y servir a fines militares y de seguridad del ocupante israelíes, y eso confirma su hipocresía ante las acusaciones formuladas por países, grupos e individuos al respecto, y ante sus justificaciones de los ataques a hospitales como supuestas bases de la Resistencia.
En cuanto al contexto político interno, algunos observadores resaltaron que el evento de recuperación de prisioneros es parte de la gestión de esa batalla de extrema división y polarización, con intercambio de acusaciones y responsabilidades por el fracaso acumulado, y por tanto un intento de salvar al gabinete de guerra del colapso.
Así lo prueba la cobertura de los medios israelíes y sus esfuerzos por pintar una escena irreal de la habitual durante los meses de agresión, para encubrir los fallos militares y de seguridad. Incluso el jefe del gobierno de ocupación, Benjamín Netanyahu, se apresuró a reunirse con los prisioneros rescatados para explotar el asunto en su interés político temporal.
Respecto al expediente de las negociaciones, analistas consideran la escena dibujada en los medios otra maniobra para tratar de confundir la decisión de la Resistencia ante las presiones estadounidenses para aceptar la propuesta israelí en el acuerdo de intercambio.