Por Sebastián Salgado La imagen fue apocalíptica. El Papa Francisco, en la soledad de la Plaza de San Pedro, como el último sobreviviente de una batalla entre el bien y el mal. Ofreció en vivo, con tomas cinematográficas, y fugaces rayos de sol que se desvanecían en la tormenta, el perdón de todos los pecados. Una indulgencia plenaria universal, “Urbi et Orbi” para los católicos que sintonizaron en vivo o vuelvan a verlo por youtube. De esa manera, el…
