«Si querés llorar, llorá«, decía una famosa animadora televisiva de Argentina durante los días rosarinos de Leo Messi. Con esa frase, invitaba a sus tertulianos al lagrimeo espontáneo para luego recobrar la compostura porque, si algo no puede detenerse, es el espectáculo. El llanto frente a las cámaras tiene esa peculiaridad fugaz. Eso no llama a desconfiar de la reciente congoja del excapitán del Barcelona. Su gimoteo desnudó el equilibrio imposible entre aquellos valores originales que todavía dice predicar el…
