En el pueblo de Beita, Cisjordania, cada noche se pone en marcha un peculiar cine al aire libre. Sentados en sillas de plástico y ‘armados’ con punteros láser, linternas y altavoces, los asistentes hacen ruido y proyectan luces hacia la colina vecina para que los israelíes, hartos, acaben yéndose. Desde mayo, Beita, en el norte de Cisjordania, quiere encarnar una nueva forma de resistencia ante la ocupación israelí que sea independiente de los partidos políticos. «Aquí hay solo una…
