La victoria del bloque de Netanyahu y la derrota de la izquierda no sorprenden a nadie, ni siquiera influyen. Estas elecciones tienen un solo ganador: el fascismo sionista-religioso. Netanyahu pasará. Ben Gvir* también. El fascismo vino para quedarse. No es siquiera otro jugador que entra que entra al compo de juego, es una cosmovisión. Es un cambio dramático, histórico, el fascismo atravesó la puerta. En grande, pasó por 14 a 0 (el número bancas obtenidas por «Otsmá Iehudit»). Una victoria punzante. El Estado de Israel adopta la cosmovisión de sus profundos enemigos. A las cosas por su nombre: el Ben Gavirismo es Kahanismo que es Fascismo.
No nos sorprendió. Fuimos indiferentes. A ese fascismo confuso, lo llamamos “proceso” con la esperanza de que así fuese siempre, sólo un “proceso”, o al menos no madurase todo tiempo que estuviésemos espectantes. Pero el 14 a 0 no es una etapa más, es todo el desarrollo. Los procesos son dinámicos. Evolucionaron y progresaron, primero en la Kneset, luego en el gobierno y ahora lo tenemos en nuestra casa.
El fascismo es un viejo amigo. Ha estado aquí desde el 67, o tal vez desde antes. Nos avergonzaba llamarlo por su nombre, pero estuvo presente a cada paso que dimos aunque lo recibimos en silencio. Hoy la vergüenza desapareció. El fascismo ya no es un insulto. Hoy podés decirle a cualquiera que es “fascista” y no se ofenderá. Llámenos fascistas si quieren. No nos importa, dirán los de “Otsma Yehudit”, en las próximas elecciones a Igal Amir** lo pondremos en un lugar real en nuestra lista.
Así como preparamos a Ben Gvir, también prepararemos al fascismo. Lo convertiremos. Tomaremos el nacionalismo extremo, le pondremos la kipá*** y la borlas y obtendremos el fascismo religioso-sionista. Umberto Eco también definió el fascismo como un profundo apego a la tradición, una percepción del desacuerdo como traición, una obsesión por la conspiración y un culto al heroísmo y la muerte. El fascista sionista religioso judío tiene todos esos atributos.
Cuando la extrema derecha llegó al poder en Italia, no nos asustamos y tampoco llamamos a los judíos a emigrar a Israel. ¿Y qué más da si hace 80 años los judíos fueron asesinados en nombre del fascismo? La respuesta será que está prohibido comparar, y que el fascismo también tiene lados buenos. Destacarán el patriotismo y alabarán la disciplina.
¿Quién tiene la culpa de la victoria del fascismo entre nosotros? A corto plazo, la televisión comercial es responsable; a largo plazo, el sistema educativo. La televisión construyó a Ben Gvir como un simpático payaso, un personaje inofensivo, y puso a su disposición lo que ningún político jamás soñó. Pero ahora que el genio salió de la lámpara, se niega a volver a ella. Pero no se preocupen por la televisión. Ya se esta prepando para responder a sus nuevos amos, para arrodillarse frente ellos y lamerles el trasero.
La reverencia de la televisión comercial al fascismo no nos sorprendió. Vinimos preparados. Durante 75 años se inculcó el fascismo en nuestras escuelas sin llamarlo por su nombre. Lo llamamos «Amor a la Tierra», «Asentamiento» y «Derecha Extremista». Nos enseñaron que estamos por encima del mundo entero, pero también por encima de sus víctimas. En virtud de nuestro apego a la arrogancia, hicimos lo que la democracia rechaza, pero el fascismo acepta.
Cada ministro de educación contribuyó al avance del fascismo. Cada programa educativo lo fortaleció. Lo colmaron materiales diseñados para oscurecer y ocultar su esencia. “Nuestro derecho a la tierra” nos otorgó el derecho a deportar refugiados y abusar de los ocupados. Los padres se frotaron los ojos: se acostaron con buenos niños y se despertaron con jóvenes opresores. Si tienen la voluntad de descubrir de dónde sus hijos forjaron el mal, harían muy bien en buscarlo en la escuela, leer los planes de estudios, revisar lo que allí se enseña y sobre todo lo que se prohibe enseñar.
Entenderán que es imposible enseñar a los jóvenes de 17 años Derechos Humanos, Justicia e igualdad ante la ley cuando, como soldados, tendrán que pisotearlos. Es imposible aprender igualdad siendo un país ocupante, y explicar qué es una frontera cuando está prohibido mencionar la “línea verde”. Tal vez sea demasiado tarde. Quizás se nos escapo la oportunidad, el fascismo ya no se puede desterrar.
Como lo hace cualquier movimiento fascista, usaron herramientas democráticas para ganar. Refleja la cosmovisión de la mayoría del público. ¿Es legítimo? ¿Puede el fascismo ser legítimo en un país democrático?
La entrada oficial del fascismo en nuestras vidas es la verdadera noticia de estas elecciones. Estamos hablando del juicio de Bibi (Netanyahu), estamos hablando del servicio militar de (Iair) Lapid, y no vemos pasar el elefante frente a nuestras narices. Lo pasamos por alto, lo ignoramos. Después de estas elecciones, todos deben preguntarse si todavía están orgullosos de ser israelíes.
*Itamar Ben Gvir, líder de “Otsmá Iehudit”, partido de ultraderecha religioso
**Igal Amir, asesino de Itzjak Rabin
***Solideo.
Yossi Klein
Diario Haaretz, 2 de noviembre de 2022
Traducción: Larry Levy