COVID 19 Y CENSURA. Como las víctimas del virus, el periodismo agoniza en silencio

Hace ya más de una semana tuvo un lugar un hecho que afectó directamente a la libertad de expresión, y en especial al libre ejercicio del periodismo. Y pasó casi desapercibido. Afectó a nuestro oficio tan directamente en lo local como lo afecta a escala global la impiadosa persecución que sufre Julián Assange por el mero hecho de revelar hechos irrefutables. El periodista cordobés Tomás Méndez, que conduce el programa ADN, Periodismo Federal en C5N, fue acusado de “antisemita”, primero por la DAIA, institución que se arroga la representación de los argentinos de religión o tradiciones judías, y en rápida sucesión por los medios hegemónicos de los que se hizo eco desgraciadamente el Llamamiento Argentino-judío y seguidamente, bajo intensa presión, el INADI.

La culminación del apriete vino cuando el propio canal emitió un comunicado plegándose acríticamente a aquellas acusaciones y obligando (él dirá que no, pero está claro que si no lo hacía hubiera perdido su espacio) al propio Méndez a desdecirse y deshacerse literalmente en pedidos de perdón en una repetitiva, reiterativa catarata de disculpas que, sin embargo, dejó clara su perplejidad por no saber de qué, concretamente, se estaba disculpando.

No conozco a Méndez ni su trayectoria anterior, y no pongo las manos en el fuego por él, pero la escena me recordó a la inquisición, a los procesos de Moscú ­ cuando el estalinismo forzaba a quienes condenaba a muerte a autoacusarse en público de supuestas traiciones­, y a las persecuciones contra los escritores, actores y directores progresistas que constituían el corazón de Hollywood, persecuciones dirigidas por el senador Eugene McCarthy en los ya lejanos años ’50.

Para no recordar aprietes mucho más actuales. Como los que sufrieron, sin ir más lejos, los dueños de C5N.

Una palabra: Israel

Vi varias veces el segmento inicial de ese programa emitido el pasado miércoles 1, de poco más de 11 minutos, y no encontré ningún atisbo de antisemitismo o judeofobia. por lo que no puedo menos que concluir que su pecado fue mencionar a Israel. Méndez dijo que hay una serie de multibillonarios que están por encima de los estados nacionales, incluso del estadounidense, magnates que controlan la Reserva Federal (y por ende, la emisión de dólares) y que habrían financiado la fabricación y sembrado del Covid 19. Y que algunos de ellos “nacieron en Estados Unidos, otros en Israel, otros en Europa”.

Los directivos de C5N se disculparon con la embajadora de Israel, lo que ratificó mis sospechas.

A uno le puede gustar o no el estilo que cultiva Méndez, pero en ese segmento de ADN dejó clarísimo que Bill Gates (que por suerte para Méndez no es judío), la Organización Mundial de la Salud y el gobierno de China, entre otros, sabían que la eclosión de una pandemia era inminente, lo que abona justificadas sospechas de que la peste puede estar siendo usada para librarse de viejos que al decir de Christine Lagarde viven demasiado, de modo de achicar drásticamente las erogaciones en jubilaciones y pensiones.

Conste que esto lo digo yo, no Méndez.

Méndez cometió el pecado de no identificar por su nombre a ningún multibillonario israelí, que hay mas de uno.

Probablemente, es una suposición, haya mencionado al estado sionista pensando en algún miembro de la familia Rothschild, un apellido que es desde hace más de un siglo sinónimo de riqueza, pero lo cierto es que si bien fueron Rothschild quienes donaron los edificios en los que funcionan el Parlamento y la Corte Suprema de Israel, la mayoría de los miembros de esta familia de origen alemán son nacidos en Inglaterra, Francia, Austria y otros países europeos.

Pero aún si esto, que resulta incomprobable, fuera así, ¿alcanza el mero hecho de mencionar a Israel como lugar de nacimiento de un multibillonarios para recibir acusaciones de antisemita?

Me parece un despropósito.

Participante del Evento 201 fue el chino Gao Fu, egresado de Oxford donde se lo conoce como George Fu Gao. Virólogo e inmunólogo, decano de la Facultad de Medicina Savaid de la Academia de Ciencias de la Universidad china, es desde 2017 director del Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades.

 

Una hipótesis

En ese segmento inicial de ADN (que recomiendo enfáticamente ver, así como recomiendo ver también las contricciones de Méndez precedidas por el comunicado de C5N, y leer los comunicados refrendados por el Llamamiento y el INADI) Méndez sostuvo que el virus había sido creado por humanos, no por murciélagos, y más precisamente (aunque no tanto) por “las élites mundiales”.

Seguidamente puso al aire un fragmento de un interesantísimo programa de la RAI emitido en 2015 y lo presentó diciendo que allí estaba la prueba de que el Covid-19 era un invento humano. En efecto, los periodistas italianos informaban ya entonces que en el curso de un proyecto conjunto chino-estadounidense desarrollado en China, científicos inyectaron o inocularon una proteína extraída de un murciélago común (pipistrellus) en el virus del SARS (el anterior síndrome respiratorio grave, también aparecido en China hace 18 años). Como cabía la posibilidad de que el nuevo virus infectara directamente a los humanos sin necesidad de que pasara a otro animal, añadieron los periodistas de la RAI, Estados Unidos dejó de financiar el proyecto, pero los científicos chinos habían seguido adelante.

 

Méndez pasó luego a enseñar la tapa y la nota principal de la revista The Economist que a fines del año pasado hizo previsiones de lo que ocurriría en el curso de este año.

Aclaró que la mitad de las acciones de la revista pertenecían a las familias Rothschild y Agnelli, en referencia a los dueños, entre otras muchas cosas, del Grupo Fiat.

La revista estaba ilustrado con las imágenes de Trump, un oso panda (símbolo de china) sentado sobre el globo terráqueo, el presidente chino Xi Jinging presentado con una nariz de Pinocho, es decir, como un mentiroso y, préstese atención, con un pangolin, ese lejano pariente asiático de nuestros armadillos, mulitas o quirquinchos, a los que tras la eclosión del nuevo coronavirus se le ha echado la culpa de ser el agente trasmisor del virus originado en un murciélago.

No es algo menor.

El momento fatal

Fue entonces cuando Méndez responsabilizó del supuesto invento a “familias hipermillonarias que son las dueñas de la Reserva Federal de los Estados Unidos” y puntualizó que el pasado 18 de octubre la fundación presidida por Bill Gates y su esposa había organizado en Nueva York un “Evento 201” para 120 banqueros, empresarios, científicos y directivos de organizaciones internacionales considerando que la eclosión de una pandemia global era, sino inminente, mera cuestión de tiempo.

Mientras, un zócalo efectista aseguraba que “Bill Gates fue uno de los financistas del origen del Covid-19”, lo que, aun no siendo imposible, no había sido demostrado.

El evento organizado por Gates, informó al iniciarse el mismo su presentadora (y, obviamente, vocera de su patrón) procuró establecer las bases para la conformación de una “junta de emergencia” trasnacional capaz de coordinar la lucha de la pandemia en ciernes y de asegurar “la gobernabilidad” planetaria, con el objetivo de fortalecer “el rol clave que tienen” en semejante emergencia “los negocios globales y las sociedades público-privadas en preparar (sic) y responder a una pandemia”. Objetivo para cuya consecución sería imprescindible la confluencia de varios estados en “una junta de emergencia” capaz de emitir “recomendaciones” a los gobiernos, a las trasnacionales (“empresas de negocios globales”) y a las organizaciones internacionales.

Esbozando una sonrisa, la presentadora dijo que, por supuesto, todo ello era “ficcional” pero que seguidamente iban a recrear “una pandemia que realmente puede ocurrir”. Gulp.

Fue ahí cuando apareció Méndez diciendo que todo estaba preparado por magnates nacidos en EEUU, Israel y Europa, dando pie para que metafóricamente lo subieran a un banquito, le pusieran la soga al cuello y lo amenazaran con patear el banquito.

Luego apareció en escena un blondo representante de la Organización Mundial de la Salud, participante del evento, que advirtió: “No espero que la frecuencia de estas epidemias se reduzca” ya que “las vulnerabilidades son mas en todos lados”. Gulp. Dos veces gulp.

¿Todo estaba bajo control? ¿Lo sigue estando?

Una certeza

Llegados a este punto, la conclusión a la que llegó Méndez es la misma a la que pueden llegar todos los hombres y mujeres de buena fe, a saber: que hubo chinos y estadounidenses que sabían que iba a haber una pandemia, y que Bill Gates y demás organizadores del “Evento 201” sabían que su eclosión era inminente. Y que la única diferencia entre lo previsto y lo realmente ocurrido era que originariamente tenían previsto que el virus surgiera en Brasil desde cerdos a humanos, y que en cambio había saltado en China, al parecer desde un pandolin.

Tras lo cual Méndez se puso a insultar, como está de moda entre varios comunicadores televisivos.

Dicen que en la Argentina está invertido el refrán y que cuando se le pega al dueño de los chanchos estos aparecen y pasan al ataque. Así, la DAIA, una organización que funciona como brazo de la Embajada de Israel, saltó a la palestra diciendo escuetamente que “La de Tomas Mendez de C5N es una afirmación imbécil (¿cuál?) que solo puede formular un antisemita. La asociación de poder, tragedia y responsabilidad de los poderosos en ellas es de vieja data y al incluir a Israel en ello, sabemos de qué hablamos…”.

Lo dicho: el pecado de Méndez fue mencionar a Israel.

De inmediato, en La Nación, un periodista servil salió a descalificar a Méndez diciendo que era un periodista afecto a “operaciones” y para dar un ejemplo se refirió a “la más recordada: su ofensiva contra la policía de su provincia, a la que acusaba de tener relaciones con el narcotráfico”. Como si los vínculos de policías cordobeses con el narcotráfico no hubieran sido muchas veces públicos y clamorosos y periodistas como Mariano Saravia jamás hubieran escrito sobre el tema. ¡Hay que ser alcahuete!

Lapidación

En este marco de presiones, lamentablemente, el Llamamiento Argentino-judío se prosternó y sumó a la ofensiva sin desmarcarse. Con la firma de Marcelo Horestein y Dardo Esterovich repudió “las rancias afirmaciones” de Méndez, quien afirmó, se habría expresado “en términos conspirativos y judeofóbicos, con el evidente objetivo de instituir chivos expiatorios ante la pandemia que sufre la humanidad”… lo que me parece una prejuiciosa interpretación psicológica sin anclaje en ningún hecho.

Seguidamente, el INADI (que en estos asuntos es la voz del Gobierno) cuya interventora es Victoria Donda, tiró la toalla. No fue ella sino un mero asesor del organismo, Emannuel Taub, quien redactó una larga monserga que en sus pocas partes sustanciales sostiene la falacia de que Méndez habría acusado de ser promotoras de la pandemia a “fantasmagóricas familias que financian al poder político. Éstas, ni más ni menos, son otra vez más las familias judías”. Como si Méndez no hubiera mencionado a Bill Gates y la familia Agnelli, que -al menos que se sepa- no son judíos.

Taub se internó luego en disquisiciones culteranas sobre antisemitismo y judeofobia y sin justificarlo en absoluto, calificó a Méndez de “fascista”. Tanta morralla, tanta sanata (como decía el gran Fidel Pintos: sarasa que dicen los modernos) para tan pobre objetivo.

Hace mucho que acusar a alguien de fascista sin más es un recurso facilón, una etiqueta multipropósito.

Luego de mas circunloquios y vericuetos, yendo por fin al grano, Taub parafraseó a Méndez: “Los ricos del mundo, algunos nacieron en Estados Unidos, otros en Israel, otros en Europa, son los dueños verdaderos de tu vida, han generado este virus”, y agregó que Méndez dijo que The Economist, el “50% es propiedad es de la familia hiper-millonaria Rothschild”. Méndez también dijo que el otro 50% es del Agnelli, dueños entre otras muchas cosas del grupo Fiat, pero a ningún italiano se le ocurrió quejarse por eso.

Taub agregó que Méndez recordó “que estas familias son dueñas de una parte del oro de la Reserva Federal de los EEUU. Recordemos que la familia Rothschild es de origen judío y está vinculada, como también explica el periodista, a los bancos ingleses”. Invito a los lectores a releer esta frase de Taub y preguntarse dónde, dónde m… está el antisemitismo. ¿Qué? ¿Es antisemita decir, por ejemplo, que Menahem Beguin practicó el terrorismo cuando es vox populi que ordenó dinamitar el Hotel King David en Jerusalén?

Después Taub se lanzó a mentir con descaro. Entrecomilló la expresión “las familias ricas judías” como si la hubiera pronunciado Méndez. Y afirmó que éste asoció, no ya a algunas familias, sino a toda “la comunidad judía a través de su imaginado lugar en las elites, al poder económico global”, otra crasa mentira.

Lo grave es que la de Taub es, al menos hasta ahora, insisto, la voz del Estado argentino.

En cuanto a Victoria Donda, está claro que el cargo le queda grande. Dijo que “La ley anti-discriminación establece que este tipo de expresiones, que incitan al odio, al racismo y a la xenofobia, son expresiones disvaliosas por lo tanto están prohibidas” y opinó para rematar la idea que las expresiones de Méndez “incitan a la violencia” (?)

La inoperancia del INADI es de tal grado que cuando un ex concejal cambiemita de Capilla del Monte, Córdoba, Julio Carballo, expresó públicamente su deseo de que el Covid-19 haga un genocidio «una limpieza étnica que todos nos merecemos (…)  que se quede en La Matanza y le haga honor al nombre… ya con cinco o seis millones de negros peronistas menos, planes menos, capaz que este país arranca«, no emitió ningún comunicado.

Todo está escrito

Basta leer la documentación oficial del mencionado Evento 201 para darse cuenta que Méndez podría haber profundizado mas en lo que está meridianamente claro: que cualquiera haya sido el origen del Covid-19, hubo poderosos que supieron de su inminencia.

Ver acá y acá.

Algunos párrafos textuales:

“Los expertos coinciden en que es sólo cuestión de tiempo antes de que una de estas epidemias se vuelva global, una pandemia con consecuencias potencialmente catastróficas. Una pandeia severa, que se convierte en el Evento 201, requeriría una cooperación confiable entre varias industrias, gobiernos nacionales e instituciones internacionales clave.

“Los gobiernos deberían trabajar ahora para identificar las áreas más críticas de necesidad y llegar a los actores de la industria con el objetivo de finalizar los acuerdos antes de la próxima gran pandemia.

“Durante un brote catastrófico, los países pueden ser reacios a separarse de los escasos recursos médicos. Por lo tanto, una reserva internacional sólida podría ayudar a garantizar que los entornos de recursos bajos y medios reciban los suministros necesarios, independientemente de si producen dichos suministros en el país”.

Después, tal como destacó Méndez, el encuentro advirtió sobre la carencia de respiradores, mascarillas y trajes aislantes del contagiosísimo virus.

Seguimos con tres advertencia textuales del Evento 201:

“Las acciones que conducen a la interrupción de los viajes y el comercio o que cambian el comportamiento del consumidor pueden dañar en gran medida las economías”. Chocolate por la noticia.

“Los gobiernos y el sector privado deberían asignar una mayor prioridad al desarrollo de métodos para combatir la información errónea y la desinformación (…) las compañías de medios deben comprometerse a garantizar que se prioricen los mensajes autorizados y que se supriman los mensajes falsos, incluso a través del uso de la tecnología.

¿Está claro, no? Propuso que, además de los medios del establishment, Twitter, Whatsapp y Facebook acentúen la censura de todo lo que no sea “políticamente correcto”.

Ante este brutal ataque a la libertad de expresión y de información, las asociaciones profesionales de periodistas guardaron un ominoso silencio que mis jóvenes colegas pueden pagar muy caro, fomentando entre ellos la autocensura, muchísimo más frecuente que la censura en si.

La excepción

Que sepa, el único periodista que reaccionó como es debido fue Sebastián Salgado, ex Telesur, corresponsal de HispanTV, señal en la que conduce el programa “Continentes”. En Data Urgente publicó una nota titulada con justeza “Corona Virus y la muerte del periodismo en Argentina”en la que destacó que Méndez había presentado “en la pantalla de C5N gráficos y videos poco habituales para la TV por cable”.

Tras señalar que ADN expresó “la hipótesis, sostenida por un arco amplio de profesionales y por el mismo gobierno chino, de la posibilidad de que el COVID 19, sea un virus modificado en laboratorio y no mutación natural proveniente de los murciélagos o el pangolín…”, Salgado destacó que en “Corona Virus una cuestión de Fe” ya se había referido a este tema.

Destacó luego que Bill Gates “es el mayor donante privado para proyectos de investigación y desarrollo relacionados con la salud a nivel mundial. Unos 5 mil millones de dólares anuales para financiar iniciativas en más de 150 países” y que “desde que inició la pandemia, el ‘filántropo’ lanzó el acelerador terapéutico Covid 19, con un fondo de donantes entre los que participan Mastercard, Novartis, Pfizer y otras 50 farmacéuticas”.

Y continuó: “Las versiones de que las futuras vacunas podrían tener un micro chip de identificación con ‘certificados digitales’ implantado en ellas, han sido desmentidas por la agencia británica Reuters, pero el propio magnate no se ha pronunciado al respecto. Lo cierto es que Gates, es uno de los protagonistas del increíblemente documental profético de Netflix ‘Pandemia’ una súper producción internacional lista para estrenarse en el 2020, y que presenta al creador del Windows como una especie de salvador de la humanidad”.

Las aprensiones de Salgado encuentran fundamento en publicaciones como ID2020 and partners launch program to provide digital ID with vaccines (ID2020 y sus socios lanzan un programa para proporcionar vacunas de identificación digital) que revela planes muy avanzados de iniciar el experimento en Bangladesh y otros países y que concluye con una adenda reciente: «Esta publicación se actualizó a las 4:58 pm del 26 de marzo de 2020 para aclarar que el programa está destinado a permitir que las personas reciban la vacuna y demuestren que la han recibido, no para rastrear a las personas, como afirman algunos teóricos de la conspiración».

Salgado recordó que la DAIA y el INADI se abalanzaron sobre la yugular de Méndez a pesar de que éste no había hecho mención a ninguna religión. En cuanto a Donda, no parece ser para nada neutral: apenas hubo asumido en el INADI, recordó, “fue el cóctel de la Cámara de Comercio Argentino Israelí auspiciado por esa embajada”. Y que dicha cámara está “presidida por (el ex montonero renegado) Mario Montoto, un vendedor de armas que realizó el lobby necesario para la venta de armamento procedente de Israel a las fuerzas de seguridad argentinas, acompañadas de una capacitación basada en el sistema de apartheid al pueblo palestino. Durante el gobierno de Macri, incluyó la compra de cuatro lanchas sobrevaluadas, que la ex Ministro de seguridad Patricia Bullrich, aceptó gustosa. La reunión, a la que asistió un amplio arco político local, tuvo como fondo la publicidad de Rafael Advanced Defense Systems, empresa que fabrica misiles en Israel y que instaló un nuevo sistema, ya activo en las Malvinas que amenaza la seguridad del territorio continental argentino”.

En cuanto a la patética retractación de Méndez, Salgado señaló que es “el precio que debe pagar un comunicador en Argentina, que no conocía el techo de la crítica dentro de los canales que se transmiten por un sistema de cable. Ridiculizarse a sí mismo o salir eyectado de la pantalla, para no volver a trabajar nunca más. El problema no radica en la continuidad o no de algún periodista, sino en que la audiencia, que confía en el sentido crítico de algunos medios, crea realmente que denunciar el poder de las corporaciones por sobre los sistemas democráticos, puede tener vinculación con una práctica discriminatoria”.

“Un ejemplo ­continuó­, puede estar en la postura del Llamamiento Argentino Judío, organización que nuclea a visiones muy diferentes y amplias de argentinos que profesan esa religión, o que se sienten identificados con la cultura judía, pero que por sobre todas las cosas, no se sienten representados en los intereses políticos de instituciones como la DAIA y la AMIA.

“El terrorismo mediático apunta sus cañones a la figura de un periodista, pero son los televidentes las principales víctimas, ya que se nutren de una sensación de falsa saciedad informativa en la comodidad del hogar. Es el temor a contraer un virus modificado que ya existía y que lleva incluso a la denuncia de quienes creen que el aislamiento social puede ser también perjudicial. La Pandemia es real, pero en tanto y en cuanto no busquemos su origen, estaremos desprotegidos ante quienes ofrezcan una solución”, concluyó Salgado.

Conclusión

Los periodistas debemos actuar en defensa de Assange y de Méndez; debemos entender que al hacerlo, lo hacemos en defensa propia. Un ejemplo: no creo que sea probable que el el ARA San Juan fuera torpedeado o alcanzado por un misil británico, pero mientras los miles de fotos que se le han tomado en el lecho marino en el que descansa como un involuntario féretro de su tripulación no sean de acceso público, es una hipótesis que no puede ser completamente desechada. Y, por cierto, quien la sostiene no puede ser censurado ni tratado como un delincuente.

Quien escribe esto no lo hace sólo por altruísmo, aunque también. Después de dedicar más de un cuarto de siglo al estudio a los bombazos que demolieron la Embajada de Israel y la AMIA ha dejado claro en sus libros Caso Nisman; Secretos inconfesables y La infAMIA que en ambos intervinieron israelíes, agentes de inteligencia opuestos al entonces primer ministro Isaac Rabin. Y no quiere ser linchado ni lapidado por dar la noticia.

Fuente de origen: Pájaro Rojo

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