La agresión ilegal de la OTAN contra Serbia, hace exactamente 25 años, fue el primer paso hacia la transformación de la OTAN. Después de haber sido una alianza concebida no para proteger a sus miembros de un hipotético ataque de la URSS sino para «mantener a la Unión Soviética fuera, a los americanos dentro y a los alemanes bajo tutela», según palabras de su primer secretario general, la OTAN se convirtió en una organización que busca la destrucción de la Federación Rusa.
Hace ahora 25 años, la OTAN, bajo las órdenes de Estados Unidos, destruía mediante la guerra lo que quedaba de la República Federal de Yugoslavia, Estado que obstaculizaba la expansión de la alianza atlántica hacia el este, hacia la frontera de la Federación Rusa.
Durante los siguientes 20 años, la OTAN creció, pasando de 16 a 30 países miembros. Con la guerra en Ucrania, iniciada en realidad en 2014, el número de países miembros creció nuevamente y ahora son 32.
El papel del gobierno de Italia, encabezado por Massimo D’Alema y por Sergio Mattarella, fue determinante en la guerra de 1999 contra Yugoslavia.
Como podemos escucharlo en la grabación oficial, fue el vicepresidente Mattarella quien anunció, ante el senado italiano, el inicio de la guerra, el 24 de marzo de 1999, explicándola según la narrativa oficial.Mientras que los aviones de Estados Unidos y de otros países miembros de la OTAN lanzaban las primeras bombas sobre Serbia y Kosovo, el presidente estadounidense Bill Clinton anunciaba:
«Al final del siglo XX, después de dos guerras mundiales y de una guerra fría, nosotros y nuestros aliados tenemos la posibilidad de dejar a nuestros hijos una Europa libre, pacífica y estable.»
Durante 78 días consecutivos, despegando sobre todo desde bases militares italianas, 1 100 aviones de guerra realizaron 38 000 misiones, utilizando 23 000 bombas y misiles.
El Pentágono documentó posteriormente: «De los 2 000 objetivos golpeados en Serbia por los aviones de la OTAN, 1999 fueron seleccionados por la inteligencia estadounidense y uno solo por los europeos.».
Los bombardeos destruyeron las estructuras e infraestructuras de Serbia, provocando víctimas sobre todo entre los civiles. Los daños para la salud y el medioambiente son incalculables.
Únicamente en la refinería de Pancevo los bombardeos liberaron miles de toneladas de sustancias químicas altamente tóxicas –incluyendo dioxina y mercurio. En Serbia y en Kosovo, la salud de la población y el medio ambiente también quedaron gravemente afectados por el uso masivo, por parte de la OTAN, de munición a base de uranio empobrecido.
El gobierno italiano encabezado por el primer ministro D’Alema puso el territorio de Italia, principalmente los aeropuertos, a la total disposición de las fuerzas armadas de Estados Unidos y de los demás países miembros de la OTAN para ejercer lo que ese jefe del gobierno italiano definió como «el derecho de injerencia humanitaria».
En los bombardeos participaron 54 aviones de la fuerza aérea de Italia, que realizaron 1 400 misiones, atacando los objetivos indicados por el mando estadounidense.
«En cuanto al número de aviones, fuimos los segundos, sólo detrás de Estados Unidos.
Italia es un gran país y nadie debe asombrarse del compromiso que ha mostrado en esta guerra», declaraba el primer ministro D’Alema cuando visita, el 10 de junio de 1999, la base de Amendola, afirmando además que «para los pilotos [italianos] que participaron esta fue una gran experiencia humana y profesional».