BajolaLupa31.03.24 https://www.jornada.com.mx/2024/03/31/opinion/010o1pol
Es muy improbable que el acorralado –por lo que queda todavía de conciencia universal humanista– primer ministro jázaro (https://bit.ly/4bQeMT7) Netanyahu acate la resolución del cese al fuego inmediato en Gaza (https://bit.ly/3xhTP3P).
Netanyahu se parapeta en el síndrome Masada y usa el clamor de 90 por ciento de la población israelí que exige la extinción de Hamas, sin importar el daño colateral (sic) que está resultando en un Apocalipsis palestino, lo cual colisiona con los tres principios del Derecho Internacional Humanitario: distinción, proporcionalidad y precaución (https://bit.ly/3vvt1MW).
Tres años después de la caída de Jerusalén en 70 dC ante las huestes del emperador Tito, Masada fue el último reducto (https://bit.ly/4cwuKCh) donde sucumbió la secta extremista Sicarii (de donde proviene sicario) de los zelotes en Judea.
Netanyahu, primer ministro jázaro de origen polaco, que no tiene nada que ver con los auténticos judíos semitas, practica el síndrome Masada mil 951 años después, ante el aplastante clamor de la conciencia universal humanista de pueblos y países.
¡Que parecido existe entre los zelotes del año 73 dC con sus émulos neocolonialistas espoliadores Ben Gvir, ministro de Seguridad (sic), y Smotrich, ministro de Finanzas!El síndrome Masada se apoderó del gabinete de Netanyahu cuando su canciller Israel Katz, en desacato a la resolución 2 mil 728 del Consejo de Seguridad de la ONU, exclamó que “el Estado de Israel no cesará el fuego.
Destruiremos a Hamas y continuaremos luchando hasta el regreso a su hogar de todos los rehenes (https://bit.ly/3xbt0Ox)”.
La hasta ahora inoperante Corte Internacional de Justicia, después de casi seis meses de genocidio dantesco, conminó a Israel a facilitar con carácter urgente (sic) la entrada de la ayuda humanitaria (sic) a la franja de Gaza (https://bbc.in/3PDwakD), bloqueada por cielo, mar y tierra, donde cunde la guerra alimentaria con las subsecuentes hambruna, sed y enfermedades.
Según The Times, cercano a la monarquía globalista británica y a Israel, el bloqueo de la ayuda humanitaria(sic) a Gaza es un grave error estratégico de Israel, lo que ya es visto por la opinión mundial como una impuesta hambruna a los sitiados palestinos (https://bit.ly/3VGswds).
Al unísono, la relatora experta de la ONU en Derechos Humanos en el territorio palestino ocupado, Francesca Albanese, en su reporte Anatomía de un genocidio acusó a Israel y “pide a los estados que cumpla sus obligaciones e imponga un embargo de armas. Y sanciones a Israel (…) Cuando la intención genocida es tan conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista, hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo (https://bit.ly/3Q4WYKX)”.
Elijah J. Magnier comenta que “Israel se prepara para la reacción internacional sobre Gaza más allá del campo de batalla (https://bit.ly/4cCC4fB)” con un tsunami de demandas legales que rememora los perturbadores hallazgos de la Comisión Goldstone, también a nombre de la ONU, que investigó las atrocidades de Israel, que incluyen crímenes de guerra, en la anterior guerra de Gaza de hace 15 años (https://bit.ly/3xcQcfw).
Anatomía de un genocidio, de Francesca Albanese, sentencia que Israel violó tres actos específicos bajo la Convención de Genocidio de la ONU: asesinar a miembros del grupo, causar grave daño mental y físico y crear intencionalmente condiciones calculadas para la destrucción del grupo, además de la destrucción extensiva de la infraestructura de Gaza, que incluye hospitales y la tierra agrícola y la detención y presunta tortura de miles (sic) de palestinos hombres y niños.
Francesca Albanese apunta la presente situación como una escalada del proceso de asentamiento colonial de larga data de anulación (sic) que refiere a la Nakba en curso –en alusión al desalojo masivo de palestinos a raíz de la creación de Israel en 1948.
Elijah J. Magnier reporta que Israel ha rechazado categóricamente los hallazgos del demoledor Reporte Albanese como una obscena (sic) inversión de la realidad. ¡Clásico síndrome Masada!