Una actualización defectuosa de la plataforma de seguridad informática CrowdStrike (Golpe de Masas, en español) es el origen del fallo sufrido en los sistemas de Microsoft, el 19 de julio, afectando a empresas e instituciones a las cuales Microsoft brinda sus servicios, principalmente las que utilizan las plataformas Azure y 360. Si bien la empresa Crowd Strike se encargó de aclarar que no fue un “ciberataque” este hecho deja al descubierto varias situaciones a las que hay que prestarle atención. En primer lugar, muestra el mapa de influencia mundial de Microsoft, dato no menor, siendo esta una corporación perteneciente al círculo de Davos.
Los países afectados fueron principalmente Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Si bien trastorno a una gran cantidad de empresas y de personas que iban a viajar (por afectar al software de ciertos aeropuertos), lejos se encuentra de ser un “apagón mundial”, como lo han titulado algunos medios occidentales.
El mapa de aeropuertos que usan los servicios de Microsoft es el siguiente: el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX), el Aeropuerto Internacional de Heathrow en Londres, el Aeropuerto Internacional de Frankfurt, el Aeropuerto Internacional de Sídney, el Aeropuerto Internacional de Hong Kong, el Aeropuerto Internacional de Dubai y el Aeropuerto Internacional de Tokio Narita. A su vez, muestra la debilidad estructural del propio Estados Unidos, siendo que esta empresa es la principal contratista y trabaja codo a codo con el gobierno demócrata desde hace años. A partir del caso “Estados Unidos contra Microsoft” en 1998, esta corporación aprendió que mejor que enfrentarse al gobierno es unírsele.
Este caso le impidió a Microsoft dar un salto de escala en un momento clave del desarrollo tecnológico angloamericano, pero también a partir de ese conflicto se armó de muchas más y mejores herramientas legales y poder de lobby para avanzar en acuerdos estructurales con Fondos Financieros y estructuras de poder estadounidense que lo blindan hoy de cualquier ejercicio antimonopólico.
El gobierno de Estados Unidos en la actualidad depende de los servicios de esta corporación, los cuales han presentado graves fallas de seguridad. Muchos son los informes de profesionales y las empresas que vienen denunciando la falta de seguridad de la corporación, tratando de que el gobierno se diversifique y abra el juego. Según un reporte de Cyber Safety Review Board (CSRB) "la cultura de seguridad de Microsoft era inadecuada y requiere una revisión" .
“Es, con diferencia, el proveedor tecnológico más importante del gobierno estadounidense, ya que alimenta ordenadores, redacta documentos y mantiene conversaciones por correo electrónico en todos los lugares, desde el Pentágono hasta el Departamento de Estado, pasando por el FBI. ¿Podríamos decir que Biden es Microsoft y Microsoft es Biden? Es quizás demasiado aventurado, pero si uno se resfría, seguramente el otro estornude.
A su vez, Microsoft viene con conflictos fuertes con la comunidad de empresas de ciberseguridad, ya que tiene practicas despreciables, de segmentación de tarifas por servicios especiales. Su ventaja comparativa de tener los negocios, casi en exclusivo, con el gobierno demócrata viene generando fuertes críticas y denuncias por parte de otras corporaciones.
Las críticas más feroces se han producido por los ataques de hacker rusos y chinos en el 2023 que dejaron en evidencia el problema de monopolización de la ciberseguridad. Expertos señalan que un enfoque que permita diversificar la ciberseguridad en varias empresas sería más adecuado. Lo que se olvidan los expertos es que esta corporación es parte de una de las alas del Deep Steet.
En este marco, llama la atención que la falla masiva de sus servicios ocurra en un momento de tan alta fragilidad para los demócratas. Por estos días se estaba analizando la posible dimisión de Joe Biden para la candidatura a presidente, así como quien iba a ser su predecesor o predecesora.
Es box populi que Microsoft jugo fuerte para que gane Joe Biden y Kamala Harris. No en vano, junto con las demás Big Tech, realizaron el mayor acto de censura jamás visto en las redes sociales, dándole de baja a la cuenta del presidente de Estados Unidos en funciones, Donald Trump, así también estas corporaciones financiaron la campaña de los demócratas, especialmente vía la vicepresidenta.
Todos quieren al Valle de Silicio El centro estratégico de inteligencia artificial de Estados Unidos, se encuentra dividido desde sus inicios, así como hay corporaciones que crecieron gracias a los negocios realizados con los republicanos, como Meta (Facebook), están las que crecieron de la mano de los demócratas como Amazon, Alphabet o Microsoft.
En esta nueva contienda electoral, las tecnológicas y sus accionistas están más presentes que nunca, hay continuidades como las de Peter Thiel quien se metió de lleno en la campaña republicana, y rupturas, como la de los inversionistas Marc Andreessen, y Ben Horowitz, quienes fueron históricamente demócratas, pero en esta elección pasaron a jugar con Trump.
Del lado demócrata la ex fiscal general del estado de California, Kamala Harris, quien impuso especiales leyes para beneficiar a las corporaciones de redes sociales, sigue teniendo su base de apoyo en este Estado, tanto en votos, como en fondos para la campaña. Dentro de la interna de los demócratas, su candidatura a presidenta evidencia una victoria de la mayoría de las corporaciones de la tecnología.
Del lado republicano, Donald Trump, aprendiendo del 2020, hoy proclama una fuerte desregulación y no injerencia en el desarrollo tecnológico, e impulsa a su candidato a vicepresidente, el senador por Ohio JD Vance, siendo este también un actor de confianza de las tecnológicas, de los sectores más cercanos a los republicanos, como Thiel o Musk (quien destina 45 millones de dólares cada mes la campaña republicana).
Las armas del Silicón Valley son fundamentales para ganar una contienda electoral, estas corporaciones son actores de peso para determinar el voto a partir del sistema de desinformación, la guerra psicológica y la aplicación de las técnicas del nuevo “márquetin político” que rompe las viejas normas y ética de la democracia basándose en la manipulación de las sociedades.
Cada partido tiene sus actores financieros y tecnológicos detrás, y los políticos saben que sostenerse en el poder implica ceder ante las necesidades de las grandes corporaciones de la tecnología, como bien lo expresan Andreessen y Horowitz, “quienes argumentaron que la destreza tecnológica es uno de los tres pilares, junto con la economía y el poderío militar, que permitieron a Estados Unidos ser el país más exitoso del mundo durante el último siglo”
Por Verónica Sforzin