Thierry Meyssan
11 Sep
11Sep

La huelga general en Israel es mucho más que una muestra de oposición a la retórica de quienes sostienen que no se puede negociar con el Hamas y que el ejército israelí va a liberar a los rehenes en Gaza. 

La huelga general marca el inicio de una toma de conciencia sobre el hecho que el primer ministro, Benyamin Netanyahu, no defiende a los judíos. También es cierto que los israelíes judíos todavía no aceptan que hay una operación de limpieza étnica en Gaza, pero ya perciben la realidad de los pogromos antiárabes en Cisjordania. 

Poco a poco, muchos israelíes comienzan a reconocer que sus enemigos no son sus vecinos palestinos sino los sionistas revisionistas. Alegando que, en vez de defender a los trabajadores, la Histadrut estaba “haciendo política”, el gobierno de Netanyahu logró que el Tribunal Nacional del Trabajo ilegalizara la huelga, mientras que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, impartía instrucciones para que los funcionarios públicos que se unieran a la huelga no recibieran sus salarios. 

A pesar de esas medidas, fueron muy numerosos los huelguistas, muestra de que son muy numerosos los israelíes que han llegado a la conclusión de que el primer ministro Netanyahu no defiende a los judíos. 

Simultáneamente, uno de los 32 miembros del gobierno Netanyahu, el general Yoav Gallant, ministro de Defensa, declaró en pleno consejo de ministros que el nuevo objetivo planteado por el primer ministro –mantener en manos del ejército israelí el control del “Corredor Filadelfia” –la franja de 100 metros de ancho que bordea la frontera entre Gaza y Egipto– es una violación de los Acuerdos de Camp David, y precisó además que su control no aporta nada a la seguridad de Israel. El desacuerdo entre Netanyahu y su ministro de Defensa se convirtió en un enfrentamiento verbal, que el general llevó a la palestra pública.

El sitio web informativo Ynet, propiedad del grupo que publica el diario israelí Yediot Aharonot, que tiene la reputación de ser centrista a cercano al gobierno, señala que en mayo parecía que las partes estaban a punto de alcanzar un acuerdo, pero que todo cambió cuando la parte israelí dio a conocer su Documento de Clarificación, el 27 de julio. 

En ese nuevo texto, según reseña Ynet, la parte israelí planteó nuevas exigencias que hacen imposible la conclusión de un acuerdo. Fue precisamente en ese documento donde la parte israelí planteó, por vez primera, la exigencia de una presencia militar de Israel en el Corredor Filadelfia. 

Toda persona que se mantenga al tanto de la política israelí es capaz de comprender por qué la huelga general de Histadrut y la airada protesta del ministro de Defensa tuvieron lugar en el mismo momento. Esa simultaneidad nos permite además entender lo sucedido el año pasado. Durante la primavera de 2023, los partidos democráticos hicieron presión para que la Histadrut organizara una huelga general contra el proyecto gubernamental de reforma de las leyes fundamentales israelíes [el Estado hebreo carece de una Constitución propiamente dicha, sólo dispone de esas llamadas “leyes fundamentales”], o sea contra el golpe de Estado que los sionistas revisionistas han puesto en marcha desde que llegaron al poder… de la mano de Benyamin Netanyahu. 

Pero la Histradut, notoriamente de izquierda, en vez de concentrarse en la defensa de la democracia, también apoyó al general Gallant, a quien Netanyahu acababa de destituir súbitamente del ministerio de Defensa. La presión de la Histadrut fue tan fuerte que Netanyahu tuvo que anular la destitución de Gallant. 

En aquel momento nadie entendía qué razones habían tenido los sindicalistas de izquierda para apoyar al derechista Gallant. Sólo despues se supo que Netanyahu había destituido a Gallant porque el general había estallado en pleno consejo de ministros y exigido explicaciones sobre la pasividad del propio Netanyahu ante los informes del Shin Beit (el contraespionaje israelí) y del ejército sobre los indicios que mostraban que el Hamas estaba preparando una acción de gran envergadura. 

En efecto, 4 meses antes de la acción del 7 de octubre, todos los servicios de inteligencia de Israel redactaban informe tras informe anunciando en todos la “Tormenta Perfecta”, el nombre en clave que habían dado a la Operación Diluvio de Al-Aqsa, que la resistencia estaba preparando y que finalmente se concretó el 7 de octubre. En aquel momento, Netanyahu ignoró olímpicamente los informes, actitud que mantuvo ante el reclamo del general Gallant en pleno consejo de ministros. 

En otras palabras, Netanyahu optó por no defender a sus compatriotas ante los avisos sobre la acción palestina del 7 octubre… pero la utilizó para desatar la operación israelí de limpieza étnica en Gaza y dejó que proliferaran los pogromos antiárabes en Cisjordania. 

En este momento, la pregunta que hemos venido planteado en este sitio web desde mediados de noviembre pasado [1] comienza a imponerse también entre los israelíes: ¿Será que Netanyahu no era tan incompetente sino que más bien prefirió permitir que se concretara la acción palestina? Esa pregunta está presente en las mentes de los israelíes que han solicitado la creación de una comisión investigadora del Estado, que analizaría todo lo vinculado con los hechos del 7 de octubre de 2023, desde su preparación hasta la respuesta israelí. 

Así lo ha solicitado la fiscal general de Israel, Gali Baharav Miara. Pero Netanyahu y sus cómplices se oponen a toda investigación. Esa pregunta surge ahora en boca de la gran mayoría, desde que la prensa israelí reveló que el contraespionaje (el Shin Bet) había advertido al primer ministro de la inminencia del ataque… con 10 semanas de antelación [2]. Ya no se trata sólo de “fuentes” extranjeras sino de una de las agencias de seguridad más importantes de Israel. Y poco a poco vuelve a salir a la superficie la historia de la actual coalición gubernamental de Israel. 

Los supremacistas judíos (kahanistas) no son una secta judía más. Son gente que reclaman que se destruya la mezquita Al-Aqsa para reconstruir en su lugar el templo de Salomón, a pesar de que los rabinos haredíes, tanto asquenazis como sefarditas, prohíben terminantemente a sus fieles la entrada al espacio que rodea esa mezquita. Algunos dirían que los supremacistas judíos son diferentes de los sionistas revisionistas de Zeev Jabotinski y de Benzion Netanhayu, quienes querían un Estado judío desde el Nilo hasta el Éufrates. 

Pero en realidad el rabino Meir Kahane era un agente de Yitzhak Shamir (el sucesor de Jabotinky) y se movía en Estados Unidos gracias al financiamiento que recibía del Mosad. Por cierto, durante su primer mandato como primer ministro, en 1996, Benyamin Netanyahu hizo cavar un túnel bajo la mezquita Al-Aqsa, conforme a los deseos de quienes aún hoy pretenden volar ese lugar sagrado del islam para reconstruir sobre sus ruinas el templo de Salomón. La interrogante se plantea por dos razones. 

En primer lugar, durante la Segunda Guerra Mundial los sionistas revisionistas negociaron con los nazis en contra de los Aliados. Fueron los alemanoes quienes se negaron a llegar más lejos en su colaboración, mientras que los judíos seguidores de Jabotinski querían intensificar su cooperación con los nazis.

Además, en mayo pasado el historiador israelí Nadav Kaplan reveló que los discípulos de Jabotinski seguían todos los detalles de las negociaciones que el húngaro Rezso Kasztner, quien se hacía llamar Rudolf Ysrael Kastner, mantuvo con los nazis durante toda la Segunda Guerra Mundial. Ese personaje tenía incluso relaciones con Adolf Eichmann, el responsable nazi que estaba a cargo del traslado de los judíos hacia los campos de exterminio. 

El historiador Nadav Kaplan emite la hipótesis –por ahora insuficientemente demostrada– de que Ben Gurion ordenó asesinar al húngaro para evitar que aquel asunto saliese nuevamente a flote después de la guerra [4]. De confirmarse los trabajos de Nadav Kaplan habría una continuidad entre las matanzas de judíos perpetradas por los nazis y la masacre de palestinos que los sionistas revisionistas están perpetrando.

Habría que reconocer que los israelíes no son víctimas del Hamas sino de los sionistas revisionistas… igual que los palestinos.  



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