25 Mar
25Mar

La presencia de las tropas coloniales israelíes en los alrededores del Hospital Al-Shifa en Gaza no solo ha dejado imágenes de devastación y muerte desde los primeros días de la campaña genocida, sino que también ha suscitado, en los últimos días, acusaciones de violencia sexual contra las mujeres palestinas. 

Según la cadena de televisión Al Jazeera, varios testigos presenciales han relatado cómo los soldados israelíes "secuestraban, violaban y ejecutaban a mujeres en las inmediaciones del hospital". 

Es crucial comprender que la violencia sexual es una herramienta más dentro de la maquinaria del poder colonial y su deseo de dominación. En el contexto específico de Palestina, esta voluntad de dominación debe entenderse dentro del marco del colonialismo de asentamientos, que busca la eliminación de la población nativa.

El colonialismo de asentamientos, del cual el sionismo forma parte, busca borrar de manera permanente la presencia de los nativos en todos los niveles, para reemplazarla con una nueva sociedad basada en normas coloniales. En la mayoría de los casos, este proceso desemboca, como en el caso palestino, en un genocidio indígena.

Dentro de esta campaña violenta para reemplazar a la población nativa palestina es donde debemos ubicar la violencia sexual contra las mujeres palestinas. Esta forma de violencia siempre ha sido parte de los esfuerzos del estado colonial sionista para lograr su objetivo final de eliminar todo vestigio palestino.

El uso de la violencia sexual contra las mujeres palestinas es parte integral de la historia política del estado sionista desde su fundación en 1948. Historiadores como Ilan Pappé han documentado que durante la fundación del estado colonial sionista, conocida como la Nakba, el ejército israelí participó en numerosas violaciones, tanto en grupo como individuales, contra mujeres palestinas. En este contexto, se destaca la trágica historia de una joven palestina que fue secuestrada y violada en el Néguev por unos 20 soldados israelíes, como parte de una celebración, y que terminó con su asesinato a tiros.

La mayor parte de los archivos y documentos históricos sobre la época de la Nakba han sido eliminados con la clara intención de borrar pruebas incriminatorias. Además, la historia oral palestina sobre las atrocidades cometidas por los sionistas ha sido en su mayoría desacreditada y considerada como fuente no confiable dentro de la investigación histórica. A esto se suma el estigma en torno a la violencia sexual, que ha llevado al silencio y al ocultamiento de estos crímenes.

Varios historiadores han confirmado cómo, desde el inicio de la última década, equipos del ministerio de asuntos militares han estado examinando los archivos de Israel y retirando documentos históricos. Estos documentos abarcan desde información relacionada con el programa nuclear israelí hasta asuntos concernientes a las relaciones exteriores de la colonia sionista. Como se ha señalado, también incluyen miles de documentos sobre el periodo de la Nakba y los primeros años de existencia de la colonia. En general, la mayoría de los documentos retirados intentan ocultar las matanzas, la destrucción de pequeños pueblos, la expulsión de los beduinos palestinos y las numerosas violencias sexuales cometidas contra las mujeres.

Es importante recordar que el uso de la violencia sexual no debe ser considerado como algo "periférico" al proyecto colonial sionista, sino que constituye una parte central del mismo. Por ejemplo, Ben Gurión, una figura clave del sionismo y el primer ministro de Israel, documentó en su diario las prácticas de violencia sexual contra mujeres y niñas palestinas, a las que consideraba una amenaza para la supervivencia de la colonia sionista. Además, Ben Gurión también contribuyó a difundir una visión que criminaliza la fertilidad de las mujeres palestinas, viéndola como un obstáculo para la erradicación permanente de la población nativa.

La conexión entre el pasado y el presente es evidente si recordamos las palabras de la ex ministra de interior, Ayelet Shaked, quien afirmó en 2014, cuando era parlamentaria, que "las madres palestinas deberían ser asesinadas". Además, agregó: "Detrás de cada terrorista hay docenas de hombres y mujeres que lo respaldan, sin quienes no podría llevar a cabo sus actos de terror. Todos ellos son combatientes enemigos y la responsabilidad de sus acciones recaerá sobre sus cabezas. Esto incluye también a las madres de los mártires, quienes los despiden con flores y besos hacia el infierno. Deberían seguir el camino de sus hijos, pues nada sería más justo. Deberían abandonar, al igual que los hogares donde criaron a estas serpientes. De lo contrario, seguirán criándose nuevas serpientes en esos mismos lugares". 

La utilización de la violencia sexual ocurre, igualmente, en las prisiones israelíes. Si bien es cierto que tanto hombres como niños también son sometidos a estos tratamientos, son las mujeres las que más sufren este abuso. Las mujeres palestinas que han pasado por las cárceles israelíes relatan sus experiencias de tortura y acoso sexual para obtener confesiones. La violencia sexual es una realidad para la mayoría de las mujeres detenidas, y puede incluir golpes, amenazas, acoso sexual explícito, amenazas de violación (incluso contra familiares) y registros corporales.

Un ejemplo de estas prácticas, uno entre muchos, se pudo ver en el vídeo filtrado del interrogatorio de la joven activista palestina Ahed Tamimi. Tamimi, quien tenía 16 años en ese momento, fue arrestada durante una redada nocturna por patear y abofetear a un soldado israelí. Durante su interrogatorio, grabado en vídeo, se pudo ver cómo era acosada sexualmente e intimidada físicamente por sus interrogadores. 

La amenaza constante contra las mujeres es una realidad que enfrentan diariamente las palestinas que viven bajo la ocupación colonial. Un ejemplo impactante de esta cotidianidad de la violencia se manifestó en los repetidos ataques perpetrados dentro de la Mezquita de Al-Aqsa, en Al-Quds (Jerusalén), tanto por parte de colonos como por fuerzas militares de ocupación. 

La violencia sexual que han sufrido las mujeres palestinas desde al menos 1948 se considera un método vital para la protección del estado colonial. Esto se debe a que en el proyecto colonial sionista, tanto las tierras como los cuerpos son percibidos desde una perspectiva racial que busca "purificar" el estado colonial de toda presencia nativa.


Por XAVIER VILLAR

































Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.