05 Sep
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“An argentinian in Moldova?”, me dijo Iana Mustac, oficial de migraciones de Moldavia. Sí, tenía un inglés bastante tosco, pero se hacía entender bien. Veía con extrañeza mi pasaporte, como si fuera una ciudadana de Júpiter y no de un país que queda a 12 mil kilómetros de distancia. “Come here, please”. Así empezó la pesadilla.

Luego de que Nina, la perrita ovejera del Aeropuerto Internacional de Chisinau me olfateara de pies a cabeza, no tuve más remedio que esperar durante horas en una oficina, apenas iluminada, que me dijeran cuál sería mi destino. Nina era divertida, me trajo una pelota de tenis y nos pusimos a jugar. A la milica moldava que me custodiaba le parecía raro que yo hiciera eso. Miraba fijo cada uno de mis movimientos como si fuese a hacer explotar una bomba en pleno lugar. Aparentemente en Júpiter tratamos muy bien a los perros.

Hasta ahora, toda la historia tenía sentido. Desde 2020, el proeuropeismo invadió el país de la mano de la presidenta Maia Sandu y el Partido de Acción y Solidaridad. Si hay algo que no caracteriza a la Unión Europea (UE) -a pesar de ser destino de migrantes de todo el mundo- es la apertura a los extranjeros. Salvo, claro está, un régimen de exención de visado con la UE para ciudadanos moldavos que viajan a la zona Schengen por cortos períodos de tiempo. Lo más curioso de todo, era que, sorprendentemente, nadie en toda la oficina de migraciones sabía que los argentinos tampoco necesitamos visado para ser turistas en su país. 

Acto seguido, fui trasladada a otra oficina en la que, no solo la iluminación era escasa, sino que tampoco había ventanas. Allí me esperaban dos efectivos del ejército. Para mi sorpresa -eso sí que fue inesperado- eran del Ejército Italiano. Es decir, no sólo Moldavia había empezado a implementar reformas políticas, económicas y judiciales destinadas a alinear sus estándares y regulaciones con los de la UE, sino que también otorgaron el control de sus fronteras y la potestad para que las FFAA extranjeras decidan quién ingresa o no al país. Es, literalmente, violar tu propia soberanía.

Ni siquiera el expresidente Igor Dodon, del Partido de los Socialistas de la República de Moldavia, de tendencia prorrusa, había sido tan alevoso. Durante su gestión, el PSRM había buscado mantener y fortalecer las relaciones con Rusia, abogando por políticas económicas más orientadas hacia Moscú en lugar de Bruselas.

Vino a mi cabeza una discusión que hubo en el parlamento moldavo, acerca de renombrar su idioma -el moldavo- y empezar a llamarlo oficialmente rumano -que de todos modos, es el mismo idioma-, pero así “parecería más amigable para los países miembros de la UE”. Un tema que había traído cólera entre los ciudadanos. Para principios de 2023, los medios publicaban: “Están atacando algo que es sagrado para todos los moldavos en este país. Están tratando de meternos en la garganta algo diferente a lo que está en la Constitución”, respecto del descontento del socialista Vasile Bolea, asegurando que es una agresión contra “la lengua de las madres y de los abuelos”.

Moldavia tiene una historia muy importante de desarraigo con su idioma. Siempre formaron parte de Rumania, sus banderas son prácticamente iguales y solo las diferencia un escudo. Los dos eran países de etnia y habla latina, hasta que en 1924 la URSS invadió y fundó la República Socialista Soviética de Moldavia. Una de sus medidas fue sustituir el alfabeto latino por el cirílico. Sustitución que se mantuvo hasta la disolución del bloque del este y todo volvió a ser como antes.

“We know, you’re a journalist and you have ties to Transnistria”. Aparentemente pudieron ubicarme en redes sociales o algún motor de búsqueda y descubrieron no solo mi profesión, sino también que había escrito algún artículo acerca del enclave separatista que tanto les quita el sueño. Pero sí, efectivamente, mi destino final era Transnistria. 

Después de varias horas de brutal interrogatorio, revisión de mis documentos y pertenencias, quisieron ver mi celular. Ya con las cartas echadas, le recordé al militar que me interrogaba que Moldavia había firmado y ratificado la Convención Europea de Derechos Humanos en 1997 y que, sin una orden judicial mediante, no podían revisar el celular de un periodista. 

“You not entry to Moldova, journalists not welcome in Moldova” fue lo último que escuché antes de volver deportada a Turquía. 
Aviso del Portal histórico del Dniéster, 10 de julio de 2024


¡La Unión de Periodistas de Transnistria ya tiene su propio sitio web!
Se trata de un obsequio de la institución estatal “Pridnestrovskaya Gazeta” y del Ministerio de Desarrollo Digital en honor al 30 aniversario de la creación de la organización.
Aquí podrás familiarizarte con la historia de su creación, conocer información sobre concursos y saber cómo afiliarte al sindicato.***

Bienvenidos al último bastión comunista del mundo

En Occidente lo llaman Transnistria. El derecho internacional lo reconoce como parte de Moldavia, con el nombre de “unidad territorial autónoma con un estatus jurídico especial: Transnistria”. Su gobierno se autodenomina República Moldava del Dniéster o Pridnestrovie, en ruso. Su bandera y escudos ostentan la hoz, el martillo y la estrella. Una estatua de Lenin se erige frente al Soviet Supremo (parlamento). ¿Ideología, nostalgia o estrategia política? Este país solo es reconocido por otros tres, que están en su misma situación: Artsaj, Abjasia y Osetia del Sur. Para el Consejo de Europa, el territorio está bajo la ocupación militar de Rusia. Y más allá de toda la parafernalia comunista, la realidad es que Transnistria es un “capitalismo del salvaje oeste”, como lo definen sus propios ciudadanos.

El límite occidental de la República Moldava Pridnestroviana se traza a la par del río Dniéster. Transnistria, de hecho, significa del otro lado del Dniéster. Legalmente, para Moldavia, ocupa todo el margen izquierdo del Dniéster hasta el límite con Ucrania. Durante la época de oro de la Unión Soviética, esta zona era utilizada como depósito de armas. Y tras su disolución, representó el legado más significativo para la región: armamento, municiones y bases militares. 


La historia de Transnistria está intrínsecamente ligada a la caída de la Unión Soviética. En los años previos a la disolución de la URSS, el nacionalismo moldavo comenzó a ganar fuerza, impulsado por el deseo de desvincularse de Moscú y acercarse culturalmente a Rumania. En respuesta, la población rusoparlante de Transnistria, temerosa de perder sus derechos y su identidad cultural, proclamó su independencia el 2 de septiembre de 1990. Esta declaración no fue reconocida por Moldavia, lo que desencadenó un conflicto armado en 1992. La guerra duró varios meses y resultó en cientos de muertes y desplazamientos. El alto el fuego, mediado por Rusia, dejó a Transnistria en un estado de independencia no reconocida que persiste hasta hoy.

Desde el fin de la guerra en 1992, Transnistria ha existido en un estado de “conflicto congelado”. Aunque no se han producido enfrentamientos militares significativos desde entonces, la región sigue siendo un punto de tensión entre Moldavia y Rusia. Moscú mantiene una presencia militar en Transnistria, a pesar de las protestas internacionales y las resoluciones de la ONU que exigen su retirada. Esta situación ha creado una especie de equilibrio inestable que beneficia a algunas partes mientras perpetúa el estancamiento político y económico de la región.

Periódico Novosti Pridnestrovia, 7 de julio de 2024
El desfile de novias se celebró por primera vez en Dubossary. Hoy se organizó un gran programa en el parque municipal de Energetikov con motivo del Día de la Familia, el Amor y la Fidelidad. El jefe de la administración estatal, Ruslan Chaban, felicitó a las familias en las que nacieron recientemente niños y los aniversarios de la vida matrimonial. En las callejuelas del parque hay zonas de fotografía y exposiciones y venta de artículos decorativos.

El conflicto armado como disparador

La guerra de 1992 surgió en el contexto de la desintegración de la Unión Soviética. A medida que Moldavia buscaba reafirmar su identidad nacional y acercarse a Rumania, las tensiones con la región predominantemente rusoparlante de Transnistria se intensificaron. Esto culminó en un enfrentamiento abierto entre las fuerzas moldavas y las milicias separatistas transnistrias apoyadas por Rusia.

El ejército moldavo, en proceso de formación tras la independencia del país, junto con unidades de la policía y voluntarios nacionalistas, formaron el bando oficial del gobierno de Moldavia. Sin embargo, carecían de la cohesión y el equipo necesario para una guerra prolongada.

Las fuerzas separatistas transnistrias consistían en una combinación de guardias locales, voluntarios y milicias paramilitares. Estas fuerzas fueron reforzadas por la Guardia Republicana de Transnistria, un cuerpo militar formal creado por las autoridades separatistas.

Aunque oficialmente neutral, el 14° Ejército de la Guardia del Ejército Ruso estacionado en Transnistria desde la época soviética desempeñó un papel crucial. Muchos de sus soldados desertaron para unirse a las fuerzas transnistrias. El apoyo ruso fue decisivo para que el enclave pudiera consolidarse como un estado de facto propiamente dicho.


Las tres Marías de las batallas:Dubossary: una ciudad estratégica en el margen izquierdo del Dniéster. Las fuerzas moldavas intentaron capturar la ciudad pero fueron repelidas por las milicias transnistrias con el apoyo del 14° ejército ruso.Tighina (Bender): las fuerzas moldavas lograron inicialmente tomar el control de partes de la ciudad, pero enfrentaron una feroz resistencia de los separatistas y el apoyo directo de las fuerzas rusas. Después de intensos combates urbanos, las fuerzas transnistrias recuperaron la ciudad. Cocieri: una de las ciudades con mayor cantidad de muertos. Las tropas moldavas habían logrado establecer y mantener un control parcial sobre el territorio, lo que llevó a un conflicto prolongado.

El conflicto resultó en la muerte de aproximadamente mil personas y el desplazamiento de muchos más. Las ciudades y pueblos a lo largo del Dniéster sufrieron graves daños, y la región aún muestra cicatrices de la guerra. Las tensiones étnicas y políticas exacerbadas por el conflicto continúan afectando la vida en Transnistria y Moldavia. Abrazar el internacionalismo comunista fue la única manera de mantener cabizbajos a los ciudadanos y mantener el alto al fuego.

“En cierto modo, la propaganda soviética todavía existe en Transnistria. Es un estado multiétnico que tiene casi la misma cantidad de personas de identidad rusa, ucraniana y moldava/rumana. Justifica su existencia al rechazar el nacionalismo y abrazar el ‘internacionalismo’ (la idea de que todos los grupos étnicos pueden vivir juntos). Estos argumentos se extraen de la época soviética. Sin embargo, es importante señalar que ese es el único vínculo con el pasado soviético. Transnistria no es comunista”, explica Keith Harrington, becario itinerante de la Universidad Nacional de Irlanda en Humanidades y Ciencias Sociales.

El uso de los símbolos comunistas está lejos de ser considerado una hipocresía. Es una parte esencial de la identidad de la gente que vive en Transnistria. La hoz y el martillo se convirtieron en un emblema histórico, útil para glorificar el pasado y diferenciarse del resto de Moldavia. En algunos comercios se venden bustos de Iosif Stalin y Vladimir Putin. Exhiben con orgullo la bandera de la URSS junto a la de la Rusia Imperial. Todo forma parte de una identidad que añora su pasado.

Ignacio Hutin: “Buena parte de los ingresos del país tienen que ver con la venta de viejas armas en el mercado negro”

En esta breve entrevista, Ignacio Hutin, periodista especializado en Europa del Este y Eurasia, habla sobre la compleja situación de Transnistria. Aunque su gobierno se jacta de ser el último país comunista de Europa, la economía de Transnistria está dominada por empresas privadas estrechamente vinculadas a los grupos oligárquicos ucranianos. Hutin explica la realidad detrás de este régimen, la influencia rusa en la región y el papel del armamento soviético almacenado en el territorio, especialmente en el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania.

-El gobierno de Transnistria se jacta de ser el último país comunista de Europa, pero tienen empresas predominantes en su economía como Sheriff, ¿Dónde quedó el comunismo?-

Lo único que tiene de comunista son los símbolos nacionales que son muy similares a los de la República Socialista Soviética de Moldavia. Quedó la hoz y el martillo pero no significa que tiene un régimen comunista, es capitalista. Buena parte depende de Sheriff, que es una empresa gigante, conglomerado de varios rubros: radio, pan, estaciones de servicio, equipo de fútbol, de todo. Se supone estaba al menos en un principio a Igor Smirnov que fue el que ganó la guerra del ’92 que llevó a la independencia de facto a la República Prednistrova. Smirnov gobernó hasta el 2011. Nunca se aclaró si Sheriff era suya, pero se supone que había una conexión. Una empresa que domina todo que no se sabe de quién es. Hay lavado de plata, venta de viejo armamento soviético. 

-Si Rusia los financia, ¿por qué pensás que nunca los reconoció como un estado soberano?

-Hasta el 2008 Rusia no reconocía independencias unilaterales. Rompe eso después de la declaración unilateral de independencia de Kosovo en febrero de 2008, después con la guerra en Georgia de agosto de 2008, y luego Crimea en 2014. Moldavia quedó en un Limbo para Rusia porque ya no hubo guerra, no había excusa para que cambie el status quo que ya había. Cuestión geográfica. El Donbass tiene frontera con Rusia, Crimea para Rusia es Rusia; en cambio Transnistria está lejos y es bastante inaccesible por tierra y desde la guerra contra ucrania por aire también. Transnistria le servía como una especie de lastre a Moldavia para que no se aleje ni pueda incorporarse a la OTAN o la UE. Al mismo tiempo, Moldavia no puede tener un gobierno demasiado opositor a Rusia.  

-Hay mucho armamento ruso guardado en Transnistria, ¿esto tiene relación con el conflicto Rusia-Ucrania?

-Hay armamento ruso aún antes de la guerra de Transnistria. Siempre hay muchas armas en esa zona. Buena parte de los ingresos de tienen que ver con la venta de viejas armasa sovieticas en el mercado negro, después se verá dónde terminan. Esta muy cerca de Odessa, puerto principal de Ucrania, ciudad claramente que a Rusia le interesa mucho por el puerto grande, por la salida al mar Negro.

En un momento pensé que la guerra de Ucrania se iba a expandir a Transnistria y que iba a participar, porque es un territorio controlado por Rusia indirectamente. Según Ucrania, Rusia tiene 15 mil soldados en Transnistria. Según Rusia, oficialmente, son mil quinientos. Está relativamente aislada. Moldavia será un estado débil pero es un estado que maneja sus fronteras y que tiene un gobierno muy contrario a Rusia desde el 2020. Del otro lado está Ucrania. Transnistria no tiene salida al mar, no tiene casi espacio aéreo, queda aislada. Es difícil llevar armamento a una zona que no es fácil cruzar por vía aérea Ucrania. 

Durante la Guerra Fría, la región se convirtió en un depósito estratégico de la Unión Soviética, acumulando grandes cantidades de municiones, armas ligeras y pesadas. Tras la disolución del bloque, este arsenal quedó en manos de las autoridades.

El complejo de armamento más significativo es el depósito de Cobasna, que esta vigilado por tropas rusas, y contiene aproximadamente 20 mil toneladas de armas y municiones, muchas de las cuales están envejeciendo y se encuentran en condiciones potencialmente peligrosas.  


A lo largo de los años, se han hecho varios intentos para negociar la eliminación o reducción de estas armas. La comunidad internacional, incluida la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, ha expresado repetidamente su preocupación por la seguridad de estos depósitos, advirtiendo sobre el riesgo de explosiones accidentales y el desvío de armas al mercado negro. 

Canal TSV Transnistria, 4 de julio de 2024
El año pasado, más de 7 mil turistas visitaron Pridnestrovie. Casi un tercio de ellos visitó la fortaleza de Bendery, informa el sitio web del Gobierno.
Y esto es lo que escribió la revista de viajes española Conde Nast Traveler sobre Transnistria: “Transnistria es un lugar desconocido para muchos, y la fortaleza de Bendery es uno de sus grandes tesoros”. La revista se publica en más de 20 países de todo el mundo.

Geográficamente al lado del Dniéster, políticamente también

Transnistria es gobernada por un régimen autoritario que mantiene un estricto control sobre la vida política y económica de la región. El gobierno ha sido acusado repetidamente de violaciones a los derechos humanos, incluida la supresión de la libertad de expresión y la persecución de opositores políticos. La economía de Transnistria está fuertemente militarizada y depende en gran medida del contrabando y la ayuda rusa.

En la actualidad, Transnistria tiene lazos comerciales con 20 de los 27 Estados miembro de la UE, que absorben más del 70 por ciento de las exportaciones de la región, principalmente materiales textiles y productos de acero, esto a través de la administración de Moldavia. El comercio interno está controlado por el monopolio de la empresa Sheriff, que es sospechosa de blanqueo masivo de dinero en nombre del gobierno de Transnistria. 

Esta compañía obtiene la mayor parte de sus beneficios mediante la fabricación de armas en sus plantas de alta seguridad. Es dueña de casi todos los rubros desarrollados en el país: estaciones de servicio, supermercados, un canal de televisión, una empresa de construcción. Incluso tiene un equipo de fútbol: FC Sheriff Tiraspol, que compite en la UEFA Europa League como un equipo moldavo. 


El estatus internacional del enclave es una de las cuestiones más espinosas en la política europea. Ningún país miembro de la ONU reconoce su independencia, aunque cuenta con el respaldo tácito y el sostén financiero y militar de Rusia. Este apoyo es crucial para su supervivencia. La Unión Europea y Estados Unidos han instado repetidamente a Rusia a retirar sus tropas y permitir una resolución pacífica del conflicto, pero estos llamamientos han caído en oídos sordos.La población de Transnistria, estimada en alrededor de 470 mil personas, vive en un limbo político y económico. La falta de reconocimiento significa que los residentes enfrenten la imposibilidad de viajar con pasaportes transnistrios y el acceso limitado a servicios globales. Además, la economía estancada y la corrupción endémica han llevado a una alta tasa de emigración, especialmente entre los jóvenes que buscan mejores oportunidades en el extranjero.

A través de las negociaciones bajo el formato 5+2, que incluye a Moldavia, Transnistria, Rusia, Ucrania, la OSCE, la UE y Estados Unidos, hubo avances significativos. Las opciones en la mesa varían desde la integración de Transnistria en Moldavia con un alto grado de autonomía hasta la completa independencia. Moscú ve a Transnistria como una herramienta geopolítica para mantener influencia en el sudeste de Europa y contrarrestar la expansión de la OTAN y la UE. Sin un cambio significativo en la postura de Rusia, es poco probable que haya un progreso real hacia la resolución del conflicto. No obstante, cualquier movimiento de Rusia también tendrá que tener en cuenta su relación con Ucrania y Moldavia, especialmente a la luz del conflicto en Ucrania oriental.

La economía está mucho más cerca del libre mercado que del comunismo. Aunque el estado ofrece asistencia sanitaria gratuita, educación y un sistema de transporte subvencionado, también tiene un tipo impositivo fijo del 10 por ciento. No existen restricciones y todo está en venta. La falta de regulación provocó que la cripto-minería floreciera en la región. En un país donde es imposible extraer de un cajero automático la moneda nacional -el rublo transnistrio- debido a su inexistencia internacional, sumado al agravante de que tampoco se puede pagar con tarjetas, y que la criptodivisa está prosperando, no es de extrañar que se haya fomentado la creación de un mercado ilegal. 

Periódico Suvorov Dnestr, 28 de febrero de 2024
Los costes adicionales para los agentes económicos de Transnistria en 2024 se estiman en hasta 100 millones de dólares. 30 millones de dólares son gastos relacionados con el bloqueo bancario, 32 millones de dólares son el IVA sobre las importaciones de bienes de Moldavia que van al presupuesto de Moldavia. 33 millones de dólares: costes asociados a la introducción de derechos de aduana en Chisinau y a la doble imposición.
“Estos costos representan alrededor del 10% del PIB de Transnistria. Además, incluso en los períodos más críticos, la tasa de caída del producto interno bruto en la mayoría de los países no supera el 6%”, dijo el jefe del departamento económico de Transnistria. Sergei Obolonik, en el congreso.

¿Querés ser Kaliningrado 2?

Esta fue la pregunta que se hicieron a sí mismos los transnistrios en un referéndum de 2006, convocado por la presidencia de Igor Smirnov, quien había sido el principal líder del territorio desde su declaración de independencia. El referéndum resultó en un apoyo abrumador a la opción de independencia y posible anexión a Rusia. Según las cifras oficiales, aproximadamente el 97,2% de los votantes apoyaron la independencia y la futura unión con Rusia, mientras que solo el 2,3% apoyó la reintegración con Moldavia. La participación del 78,6% del padrón. Sin embargo, Rusia no atendió la solicitud.

He aquí el parecido: Kaliningrado es una pequeña región rusa situada entre Polonia y Lituania, a orillas del mar Báltico. Resulta estratégico por varios motivos: en primer lugar, es el puerto ruso más occidental y permanece libre de hielo durante todo el año, lo que lo convierte en una base naval crucial para la Flota del Báltico. La región también alberga importantes instalaciones militares, incluyendo misiles balísticos Iskander capaces de portar ojivas nucleares, lo que la convierte en un punto focal en las tensiones entre Rusia y la OTAN.

En 1945, tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, Königsberg fue cedida a la Unión Soviética en la Conferencia de Potsdam y rebautizada como Kaliningrado en honor al líder soviético Mijaíl Kalinin. La población alemana fue expulsada y reemplazada por ciudadanos soviéticos. Desde entonces, Kaliningrado funciona como un exclave ruso.



 
Por Camila Mitre


ORNITORRINCO



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