En ese contexto, Chris Hedges advierte que hay una “guerra civil” en ciernes dentro del capitalismo plutocrático, entre diferentes facciones de una élite económica-financiera que drena recursos de la sociedad para concentrarlos en pocas manos. Harris es el rostro visible del “poder corporativo” del ramo manufacturero y agrícola, que necesita estabilidad y un gobierno tecnocrático, pero que cuenta, también, con el aval de BlackRock, Vanguard y State Street, que controlan una vasta porción de la economía mundial. Y también de figuras claves de la tecnología y las finanzas, como Reid Hoffman, creador de LinkedIn y consejero de Microsoft; Roger Altman, ex funcionario de Lehman Brothers y actual director del banco Evercore, y Reed Hastings, presidente de Netflix.
A su vez, Trump es descrito como la mascota bufonesca de un “poder oligárquico” proclive a un neofeudalismo. Que agrupa al capitalismo de los señores de la guerra y los demagogos de extrema derecha (Johnson, Meloni, Modi, Orban, Le Pen), y que, como las empresas de capital de riesgo que canibalizan la nación (Apollo, Blakstone, Grupo Carlyle) y los multimillonarios Elon Musk, líder de Tesla y SpaceX (que construye una red de satélites espía para Oficina Nacional de Reconocimiento), estrechamente ligado al Pentágono y la CIA.
Musk ha abogado por desregular aún más el mercado apoyando una visión de Silicon Valley que busca la “destrucción creativa” y mediante America PAC ha gastado más de 75 millones de dólares en la campaña trumpista.
Otros multimillonarios que auspician a Trump son Peter Thiel, cofundador de PayPal, Facebook, In-Q-Tel y Palantir, cuyos sistemas policiales predictivos basados en IA usa Israel para vigilar a los palestinos en Cisjordania y Gaza; los magnates del petróleo Timothy Dunn y Harold Hamm, y la israelíestadounidense Miriam Adelson (N. del E.: viuda de Sheldon Adelson, el magnate que tenía en su nómina al fiscal Natalio Alberto Nisman) quien según Open Secrets ha gastado 129 millones de dólares en su campaña. Todos prosperan en el caos y, como dice Steve Bannon, en la “deconstrucción del Estado administrativo”.
Tal vez sea por ello, que, en sendas cartas, la vicepresidenta y candidata demócrata “progresista” recibió el apoyo de viejos halcones de la guerra del ámbito de la seguridad nacional y el establishment de la política exterior de las administraciones republicanas de Ronald Reagan, George Bush padre e hijo y Trump, entre quienes se encuentran, según señaló James Carden, ex asesor de la Comisión Presidencial Bilateral entre EEUU y Rusia del Departamento de Estado, “criminales de guerra” como el ex vicepresidente Dick Cheney; el ex fiscal general Alberto Gonzáles, quien legalizó la tortura como método de interrogatorio; Eric Edelman, timonel de la Estrategia de Defensa Nacional que pidió aumentar el gasto militar para una guerra en múltiples teatros contra China y Rusia; Michael Hayden, ex director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y el ex embajador en México y primer director de Inteligencia Nacional, John D. Negroponte, uno de los arquitectos de las sangrientas intervenciones estadounidenses en América Latina durante el último cuarto del siglo XX.
Harris también recibió el apoyo de figuras partidistas como Hillary Clinton; Victoria Nuland, notoria por su involucramiento en el golpe de Estado en Ucrania en 2014 y en la posterior guerra proxy de Biden para desestabilizar a Rusia; el ex embajador de EEUU en Rusia, Michael McFaul, y los ex directores de la CIA, Leon Panetta y John Brennan, quien también fue secretario de Defensa de Barack Obama.
Como señala Carden, el temor de que vuelva Trump a la Casa Blanca hace que progresistas, liberales y la élite militarista que ha llevado a sangrientas guerras e intervenciones en el orbe, se unan para conservar y defender los supuestos “valores” que les quieren arrebatar, como si el republicano no tuviera los mismos impulsos imperiales que han dominado la política de EU en los dos últimos siglos. De allí que, como apunta Hedges, ninguno de los dos candidatos es democrático y ambas fórmulas usan cuestiones como el derecho a las armas o al aborto para distraer al público de la guerra civil en curso dentro de la élite capitalista; ambas canalizan el dinero hacia las manos de la plutocracia, ya que se trata de crear un mundo de amos y siervos, de élites oligárquicas y corporativas empoderadas y un público desempoderado.
Así, con Harris o Trump, el resultado final es el mismo.
PAJARO ROJO