El Día de la Tierra es un símbolo, una fecha que representa un hito histórico, de dignidad pues, no sólo es un recordatorio para los habitantes originales de una tierra milenaria.
La tierra es, para cada hombre y mujer palestino un reservorio de historia y dignidad.
Un símbolo imperecedero que representa la certeza de que, su tránsito por la vida tiene, en cada campo de cultivo, donde crecen los olivos y los naranjales, los dátiles dulces y jugosos.
En cada piedra con historia milenaria, en su vestuario y gastronomía, en cada recodo de los caminos que van desde el Río hasta el Mar, desde su límite con la tierra de los cedros y por el sur el Golfo de Aqaba, la tierra es una línea roja intransable.
Una realidad que requiere, en el actual marco de genocidio incrementado contra el pueblo palestino, reivindicar su tierra, su derecho a ella, su denuncia ante la ocupación de colonos extranjeros, dotados de una conducta supremacista, racista, antisemita.
Hoy, es fundamental, no sólo con justa razón conmemorar el Día Mundial de Al Quds, reivindicando a “La Santa” a Jerusalén, como la capital única e indivisible de Palestina, sino también rememorar el Día de la Tierra palestina, como señal evidente de derechos perennes.
Esa evocación necesaria del Día de la Tierra nos recuerda que, durante 77 años, Palestina soporta un proceso de ocupación, colonización y exterminio con resultados tan mortíferos como la peste negra medieval, la covid-19. Un virus apocalíptico que denominó Sion 48.
Una realidad de muerte y destrucción y que, tras la operación “Diluvio de Al Aqsa” del 7 de octubre de 2023 llevada a cabo por la resistencia palestina, significó el incremento del salvajismo genocida de la entidad nazisionista israelí.
En 17 meses de agresión, con un cese al fuego violado el mismo día que entraba en vigor, el pasado 15 de enero de 2025, hasta hoy, la cifra de asesinados se eleva sobre los 50 mil, con cientos de miles de heridos, mutilados, la gran mayoría de ellos mujeres y niños, en un objetivo claro: aniquilar, exterminar al pueblo palestino, nativo original de esta región.
Cifras que, si consideramos lo señalado por medios científicos occidentales, como es el caso de la revista médica británica The Lancet (1) se eleva sobre los 200 mil muertos. Esto, porque dicho medio de estudio e investigación adiciona, a las decenas de miles de asesinados por bombas, drones, disparos de tanques, francotiradores, uso de fósforo blanco, a aquellos fallecidos por patologías no atendidas como los neonatos sin cuidados médicos al momento de su nacimiento, la muerte de mujeres embarazadas y aquellos que yacen bajo los escombros de las aldeas, pueblos y ciudades que en un 80 por ciento han sido destruidas en Gaza.
Enfermos crónicos, que no han podido recibir atención para sus tratamientos por cáncer, dializados y decenas de miles de hombres, mujeres y niños afectados por la falta de alimentos.
Esto, por una política de hambre utilizada como arma de guerra por los sionistas, así como la presencia de enfermedades infectocontagiosa, incrementadas por la falta de agua. La política de exterminio sionista ha significado, igualmente, incrementar los casos de meningitis, ictericia, impétigo, varicela y otras infecciones de las vías respiratorias superiores. Todo ello en un marco de hospitales y centros de atención sanitarias devastados hasta los cimientos.
Cada 30 de marzo desde el año 1976 se convierte en un imperativo el recordar, el volver a pasar por el corazón que es la etimología de este concepto (del latín recordis).
Conmemorar el Día de la Tierra Palestina y con ello dar muestra de uno de los múltiples ejemplos de asesinatos, usurpación y expolio que la entidad criminal sionista comete contra el pueblo palestino. Aquella fecha la sociedad palestina, agotada de la violación de sus derechos esenciales, convocó a una huelga general como protesta ante la decisión de los ocupantes sionistas de confiscar dos mil hectáreas de tierras, 21 mil dunums, pertenecientes a palestinos que habitaban en el norte de la Palestina histórica ocupada.
La represión del ocupante ante la lógica y legítima protesta no se dejó esperar y significó el asesinato de siete jóvenes de las aldeas de Arraba, Sakhnin y Deir Hanna, crímenes de lesa humanidad, que además en el ejercicio de una acción ilegal –asentar colonos mediante la confiscación de tierras– contravenían todas las disposiciones internacionales, resoluciones de las Naciones Unidas respecto a la absoluta prohibición de trasladar extranjeros a tierras ocupadas, constituyendo aquello un quebrantamiento del título III, sección tercera del Cuarto Convenio de Ginebra.
Esos jóvenes, en 1976, pero como también lo han hecho miles y miles de hombres y mujeres a lo largo de 77 años, ofrendaron su vida en un martirio que dignifica cada vida entregada. Esta realidad enaltece a un pueblo hermoso, pacífico y valiente como el palestino, celoso de su soberanía y dignidad, pues la tierra representa su aliento vital. La tierra es su soplo de vida.
Es la relación estrecha con aquello que se considera una madre proveedora, que acoge, ama que, con sus olivos, sus cultivos, y los animales que pastan en ellos representan un vínculo indestructible. Cada año, desde 1976, los mártires vuelven a ser recordados, vuelven a pasar por nuestros corazones y como expresión de ese “recordis” ese volver a pasar por el corazón, se planta un olivo como símbolo de esta relación, que hunde sus raíces en la historia milenaria del pueblo palestino con su tierra, hoy saqueada y ofendida por la presencia de extranjeros.Un símbolo que expresa la señal irrenunciable de millones de hombres y mujeres decididos a volver a sus hogares, del que fueron expulsados por los ocupantes sionistas el año 1948, en 1967 y en cada ocasión que el nacionalsionismo incrementa su política de solución final.
Recordar es mantener presente que los derechos se defienden incluso con el martirio. Han pasado 48 años desde aquel 30 de marzo de 1976, en que miles de palestinos, enfrentaron al sionismo en defensa de su tierra marcando un hito histórico y que hoy, en este 2025 y con énfasis desde el 7 de octubre de 2023 cuando la resistencia palestina volvió al alzarse contra el ocupante, en pleno fragor de la lucha por su autodeterminación, en defensa de su tierra, sea en la Franja de Gaza como también en Cisjordania sigue manteniendo en alto las banderas de la autodeterminación y defensa sagrada de su tierra, enfrentando con un ejemplo que enorgullece al mismo tiempo que significa una bofetada a la indignidad de aquellos gobiernos europeos, árabes, latinoamericanos, fundamentalmente, que siguen apoyando la política de solución final de los supremacistas de una sociedad nazisionista (2)Gabirel Ezkurdia, analista e investigador, en un interesante trabajo titulado “Con una mentira suele irse muy lejos” nos da elementos de análisis para dar cuenta de enormes similitudes entre el nazismo y el sionismo tomando como ejemplo no sólo el accionar diario del régimen israelí contra el pueblo palestino sino también las propias declaraciones de políticos sionistas como el caso de Israel Kast, quien afirma ante los crímenes de mujeres palestinas y sus hijos que “prefiero que mil madres palestinas lloren a que lo haga una madre judía”. Si ello no es nazismo puro y duro lo roza en un 99,9 por ciento.
Afirma Ezkurdia que la ideología sionista como lógica artificiosa de la creencia judía se convertía en un calco de la ideología nacionalsocialista basada en la noción del “blut und Boden” – sangre y suelo – que explica ese apoyo enorme entre el naciente régimen nazi el año 1933 con organizaciones sionista alemanas que, en su seno, respondían a lógicas de no asimilación (3)Un patógeno nacionalsionista, racista, supremacista, genocida, que se ha llevado consigo a decenas de miles de valiosas vidas palestina.
Un virus que resulta ser más letal que todos aquellos surgidos en laboratorios o reservorios naturales. Una enfermedad contagiosa, letal para los pueblos de Asia Occidental, como se ha experimentado con palestina, Líbano, Siria, Irak, Yemen y la participación del régimen nacionalsionista israelí en la política de máxima presión contra la República Islámica de Irán.Vuelvo a levantar en estas páginas –como lo he hecho en artículos anteriores (4) referidos a este tema- la necesidad de evocar el Día de la Tierra, volver a reflotarlo, como necesidad de recuerdo permanente. Como un frente de lucha contra la conducta criminal del nacionalsionismo y también, como evidencia de la resistencia del pueblo palestino tras décadas de ocupación, colonización, y genocidio en su tierra ancestral.
Este 30 de marzo, 49 años desde una de las numerosas masacres que el régimen israelí ha cometido contra una sociedad, volvemos a levantar la voz de apoyo a Palestina, como también por cada pueblo en resistencia contra poderes hegemónicos, liderados por Estados Unidos y sus socios europeos, apoyados en tierras levantinas por monarquías y gobiernos árabes que han traicionado la idea de una región que viva en paz y no sujeto a los objetivos de potencias extranjeras occidentales. Un norte sostenido como punta de lanza por la sociedad nacionalsionista sustentada en una serie de mitos, que, comenzaron a tejer una historia de crímenes, racismo, ocupación y colonialismo.
El Día de la Tierra es un símbolo, una fecha que representa un hito histórico, de dignidad pues, no sólo es un recordatorio para los habitantes originales de una tierra milenaria. Palestinos sujetos a leyes discriminatorias, en territorios cercados por muros y alambradas. En campamentos de refugiados, impedidos de volver.
El Día de la Tierra nos emplaza a no callar, a elevar nuestras voces, denunciar, exigir el fin de tanto crimen, de tanto actuar genocida, tanta muerte, robos y saqueos. Demandar que esta ideología criminal, supremacista, racista, megalómana, junto a sus seguidores terminen en el basurero de la historia.
1. https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)01169-3/fulltext2
2. El historiador israelí Adam Raz publicó un libro que aporta numerosos testimonios y documentos sobre el saqueo de los bienes materiales de los palestinos durante la guerra de 1948, cuando se estableció Israel. Después de consultar más de 30 archivos, Raz presenta un panorama que sigue siendo ocultado por el oficialismo, sus cuerpos académicos y para la población de esa entidad ocupante en general.
Las palabras precisas de David que cambió su apellido y origen para generar una historia semítica fueron “casi todos los judíos son ladrones», el estudio indica que las autoridades judías e israelíes prefirieron no intervenir para evitar el saqueo de los bienes palestinos en el inicio de la Al Nakba que generó la expulsión de 800 mil palestinos de sus tierras para mayor abundamiento Ben Gurión afirmó «Resulta que casi todos los judíos son ladrones… Lo digo de una manera deliberada y sencilla porque desgraciadamente es verdad…los judíos robaron todo lo que hallaron en las casas de los palestinos”.
Las palabras de Ben Gurion, recogidas en las minutas de una reunión del comité central de Mapai, la formación que luego se convirtió en el Partido Laborista Israelí, celebrada el 24 de julio de 1948, son dadas a conocer por Adam Raz que da a conocer que se encuentran en los archivos de dicha formación política.
«Muchos sectores israelíes –tanto civiles como soldados– estuvieron implicados en saqueo de las propiedades de la población árabe», dijo Raz al diario Haaretz esta semana. «El saqueo se propagó como un fuego salvaje entre la gente». Afectó a decenas de miles de casas, almacenes, empresas, equipamientos mecánicos, productos de granjas, ganado y otras cosas. Incluyó pianos, libros, ropa, joyas, muebles, aparatos eléctricos, motores y vehículos, dijo Raz.
3. https://www.naiz.eus/es/iritzia/articulos/con-una-mentira-suele-irse-muy-lejos-pero
4. https://segundopaso.org/2022/03/31/el-dia-de-la-tierra-palestina/
Por: Pablo Jofré Leal
AlMayadeen