Hace unos meses en Argentina los medios hegemónicos inundaron las noticias con las fotocopias de unos cuadernos que supuestamente eran del chofer de un ex funcionario kirchneristas.
El fiscal a cargo de esta investigación era Carlos Stornelli. Un supuesto abogado, Marceo D´alessio, quien decía sin tapujos ser parte de la DEA, se paseaba por los medios de comunicación. Hasta que les explotó la bomba en las manos.
Todo comenzó con la denuncia que hizo el empresario agropecuario, Pedro Etchebest, de la extorsión que sufrió por parte de D´alessio, enviado por Stornelli, para que le pague una suma de dinero y no ser involucrada en la causa de los cuadernos. Con las pruebas en la mano se presentó ante el juez de la localidad de Dolores, Alejo Ramos Padilla, quien comenzó una investigación gigantesca que puso al descubierto una trama digna de una película.
Con la seriedad del caso, el juez se encuentra en plena investigación, que está removiendo y sacando a la luz la complicidad del gobierno actual, de muchos periodistas, de muchos representantes de la justica.
La causa es inmensa y el Juez se encuentra casi sin apoyo para ello. Incluso el propio presidente Mauricio Macri pidió que se le haga un juicio político para ser removido del caso.
El juez Claudio Bonadío, el más implicado en la política argentina y persecución de todo lo que huela a kirchnerismo, ratificó a Stornelli en la causa de los cuadernos, a pesar de las pruebas de su accionar mafioso. Asimismo el fiscal ha faltado reiteradas veces a los llamados del juez Ramos Padilla para declarar en la causa.
El entramado es complejo y pone al descubierto el contubernio entre el gobierno actual, la justicia, los medios de comunicación y la conexión con la embajada de Estados Unidos y sus organismos de inteligencia, además de la DEA.