Por Sebastián Salgado, desde Oriente Medio, exclusivo para Data Urgente.
Dubai es para muchos la ciudad occidental del mundo árabe. Su explosión constructiva tiene entre sus hitos destacados al edificio más alto del planeta: el Burj Al Khalifa de 160 pisos y cinco estrellas. Sobre las costas del Golfo Pérsico el impactante Burj Al Arab, en el accidente geográfico que ahora intentan rebautizar como “Golfo Arábigo” tal vez por la constante puja entre los países del Consejo de Seguridad del Golfo y la República Islámica de Irán. Como era de esperar, el meta buscador de Internet «Google», que señala a las Malvinas como “Falklands” y a Palestina como “Israel” es la punta de lanza para promover esta conquista semántica, al menos al interior de las tipologías de la guerra cartográfica.
El más opulento de los siete Emiratos, Junto a Abu Dabi, se convirtió en un imán del consumo de productos de lujo. Autos de marca tales como Ferrari, Alfa Romeo, Porche y Lamborghini circulan naturalmente por las calles. Rolex, Cartier, y cuanto producto nos imaginemos son exhibidos como signos de moda, desfilando fuerte en los cuerpos de lxs habitantes de ese país como señal inequívoca de pertenencia a la aristocracia global. Los servicios también sorprenden. Las casetas de espera del ómnibus son cerradas y tienen aire acondicionado. Cuando te subís sobra el espacio. ¿Cómo es que puede pasar esto en una ciudad que emerge de las mismas arenas del desierto?
Por otro lado los trabajadores son 100 % extranjeros y solo ingresan a Dubai con una visa de trabajo temporario. Filipinos, hindúes, pakistaníes, bengalíes y chinos son parte de la sociedad local pero por carriles diferentes. Las jornadas laborales de 12 horas bajo un sol agobiante a más de 40 grados conforman la realidad del “Nene grande” y de sus hermanitos ricos en los Emiratos árabes Unidos. Además de Dubai, los Emiratos están constituidos por otras seis monarquías, a saber: Abu Dabi, Ajmán, Fuyaira, Ras al-Jaima, Sarja y Umm al- Qaywan.

Las empresas manejan a los obreros a su voluntad, trasladándolos en sus propios trasportes, sin respetar las leyes laborales básicas. La mano de obra no percibe ni un ápice de los beneficios de la renta petrolera de la monarquía que si tiene dinero, ¡miles de millones! para promover la guerra y la destrucción de los países vecinos.
El jeque Mohamed Bin Rashid al Maktum tiene unos 8 mil millones de dólares entre cuenta corriente, caja de ahorro y algunas propiedades. Es el actual primer ministro y vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y al mismo tiempo mandatario del emirato de Dubai. Sus propios hijos lo acusan de ser el responsable de numerosas muertes. El caso más conocido es el de su hija, la princesa Latifa Mohamed al Maktum, que en Marzo del 2018 intentó escapar de Dubai en una embarcación. Lo último que se supo fue de una llamada telefónica de pedido de auxilio, donde la princesa denunciaba disparos cerca de donde se encontraba.
Los Emiratos Arabes Unidos están obsesionados con la idea de tener presencia en el Mar Rojo. A pesar de no contar con costas ni puertos buscan el control del flujo marítimo por donde navegan una gran parte de los buques petroleros del mundo. El caso más significativo es el Puerto de Adén en Yemen, rebautizado por algunos improvisados como la nueva capital de ese país desde que los Houties tomaron Saná en 2015.
Los emiratíes se adjudicaron el control del puerto de Yemen, el país más pobre del mundo árabe. A través del despliegue de sus fuerzas militares anularon el abastecimiento de alimentos y medicinas a millones de yemeníes, convirtiendo a ese país en un gran campo de concentración. Las Naciones Unidas han reiterado en númerosas ocasiones que Yemen es la mayor crisis humanitaria en la actualidad. Con más de 10 millones de niños desnutridos el escenario sanitario se encuentra fuera de control por la expansión de cólera y la difteria en gran parte del territorio. Lxs yemeníes son las nuevas víctimas de la opulencia de Dubai luego de sus propios trabajadores migrantes, claro.
Los Emiratos son a su vez parte de una coalición más grande, liderada por Arabia Saudita, de la que también participan las demás monarquías petroleras como Kuwait y Bahrein. Catar socio en sus inicios se retiró hace más de un año luego del bloqueo económico y político impuesto por sus “primos” de la realeza hidrocarburífera, por mantener relaciones diplomáticas con Irán y no haber cerrado el canal Al Jazzera (con sede en Doha), difusor de fuertes críticas a Riad y Abu Dabi. También están Jordania y desde la África sunita, Egipto, Marruecos, Sudán, Senegal y el pequeño pigmeo Yibuti, que da lugar a bases militares de quién le pida. Todos ellos, a su vez dirigidos por la política exterior de Washington, Londres y Tel Aviv.
¿Para qué se unieron todos estos países? Para asfixiar la revolución yemení a cualquier costo. Los Emires, ven tambalear sus tronos de oro, cada vez que sus ejércitos y mercenarios, ultra equipados con la última tecnología militar, son derrotados por un grupo de hombres con armamento básico pero convicciones fuertes como los Houtíes.
La otra cara de opulencia de Dubai, de rascacielos, coches de lujo y relojes con diamantes, no está asociada solo en las condiciones de semi esclavitud de sus trabajadores de la construcción. Los niños yemeníes los saben muy bien.
Fuente de origen: Data Urgente