Verónica Sforzin, socióloga y doctoranda en Comunicación Social, se refirió a la geopolítica de las redes sociales, al uso y al consumo de estas nuevas herramientas y la soberanía tecnológica de la comunicación en América Latina.
Mirá la entrevista completa con Sebastián Salgado y María Licontti.
Para hablar de lo que pasa actualmente con nuestras búsquedas y el uso de las redes sociales, Sforzin abordó el concepto de “Capitalismo de la vigilancia”, desarrollado por la psicóloga social Shoshana Zuboff y utilizado desde 2013 en este campo. “Este sistema tiene como uno de sus pilares la extracción de datos, de información de todos nosotros” y para eso se crean permanentemente plataformas, aplicaciones y programas que utilizan desde datos biométricos hasta consumos por internet.
“Se hacen para tener nuestra atención y para extraer información, un conjunto de datos que se necesitan para el desarrollo de la inteligencia artificial” que al mismo tiempo “nos devuelve una predicción de lo que nosotros hacemos o haríamos”. Cuando usamos internet y ofrecemos libremente nuestros datos, estas máquinas le dan un valor “a partir de poder procesarlo en tiempo real, de acumularlo con un conjunto de datos nuestros, construyen un perfil psicológico y social de cada uno de nosotros, y con ese perfil nos venden mercancías, pero también ideologías políticas, candidatos, política” comentó Sforzin.
“La democracia está en juego porque el gran problema de esta tecnología es que está fuertemente monopolizada” por las Big Tech o GAFA (Google, Amazon, Facebook, Microsoft y Apple), que son grandes monopolios de la tecnología y que acaparan toda la cadena de valor. Nuestra navegación parece libre, pero “todo lo que usamos en internet es privado” y lo pagamos con datos acerca de nosotros mismos.
“Como ciudadanos somos tremendamente vulnerables, todo el tiempo estamos siendo espiados, vigilados y no es una cuestión de construir una paranoia al respecto, no es que hay alguien atrás que nos espía concretamente, sino que son programas que construyen este perfil psicológico de cada uno de nosotros”.
Sforzin comentó que ante la exposición de la ciudadanía, hay iniciativas como la de la Unión Europea para “poner un freno a la extracción de datos” a través de una normativa que permita saber “cómo son usados los datos y para qué”. Pero en Estados menos organizados con otros, o menos poderosos, las posibilidades de negociar o exigir a estas multinacionales son mucho menores.
Remarcó que la política que se impulsa desde la ONU en cuanto a tecnologías solo se esfuerza en promover un achicamiento de la brecha digital “sin problematizar cuál es la correlación de fuerza y qué pasa dentro del mundo del internet, porque estamos llevando no una tecnología neutra, sino acercando corporaciones al consumo de los ciudadanos”.
“El gran tema de los Estados nacionales es no quedarse en eso que es el achicamiento de la brecha digital sino avanzar en políticas que desarrollen una tecnología propia. Tenemos que avanzar en el desarrollo del centro de procesamiento de datos, de la de la fibra óptica, de los satélites propios. En todo lo que permite que nosotros como país salgamos de ser consumidores de esta tecnología, y avancemos en ser constructores de una tecnología que incluso esté pensada en función de las necesidades populares y sociales de nuestra propia población, que seguramente no sean las mismas que la población de Estados Unidos de donde viene todas las corporaciones de las GAFAT”